martes 05 agosto 2025

Juan Almeida bosque, colosal vida de amor y heroísmo

He aquí la ciudad bravía y musical, presta a rendir tributo a tu memoria con un abrazo mancomunado y vigoroso y la certeza siempre, aprendida de ti,  de que “Aquí no se rinde nadie”

Muchos cubanos han alcanzado un pedestal en la vida dado sus conocimientos, su talento, su acucioso empeño investigativo o por sus aportes y descubrimientos de trascendencia más allá de su entorno;  otros se han destacado por su entrega y coraje en la lucha revolucionaria al punto de ser extraordinarios paradigmas y entre esos, resalta, quien a la par de su altruismo y probada lealtad a la Patria, a Fidel y la Revolución, devino, además, excepcional artista, propio de su naturaleza especialmente sensible y pródiga de amor, Juan Almeida Bosque.

Almeida,  insurrecto contra la tiranía de la dictadura de Fulgencio Batista, combatiente de la Sierra Maestra y Jefe del Tercer Frente Oriental, Comandante de la Revolución, miembro del Buró Político y  vicepresidente del Consejo de Estado, Diputado a la Asamblea Nacional, Héroe de la República de Cuba y sobre todo revolucionario a toda prueba, protagonista en la obra gloriosa y artífice de la prosa y la música, de ahí la docena de libros que escribiera y las más de 300 composiciones musicales.

Nació el 7 de febrero de 1927 en la Habana, pero Santiago de Cuba siempre le acogió como su hijo, no solo por sus hazañas y desmedido arrojo en la lucha guerrillera de la Sierra, sino además por su modestia, responsabilidad e influjo en las tareas, con un liderazgo, capaz de llevar consigo a las masas hacia la solución de empeños complejos, mientras, muchas veces, al mismo tiempo, una musa comprometida saltaba a su inspiración y así surgía una nueva estrofa para una canción.

La historia lo distingue, además, por su valentía y así se constata en muchos momentos como en ocasión del juicio a los asaltantes del Moncada. Ante el fiscal que le interrogaba, confirmó bajo juramento su participación en los hechos “… nadie me indujo, a no ser mis propias ideas que coinciden con las del compañero Fidel Castro y que en el caso mío provienen de la lectura de las obras de Martí y de la historia de nuestros mambises”.  Luego al preguntarle si se arrepentía, respondió: “No, señor, si tuviera que volver a hacerlo, lo haría, que no le quepa la menor duda a este tribunal”. Tenía, entonces, 26 años.

Han transcurrido 14 años desde que partiera con el sello perdurable de la historia, como reverencia vigorosa a su colosal vida de amor y heroísmo. Aquel fatídico día, 11 de septiembre de 2009 su féretro, abrazado con nuestra bandera, transitó por varias calles de Santiago y su pueblo cómplice, en silencio y con gran expresión dolor, le recordaba sonriente, optimista, campechano, abriendo surcos de esperanza hacia mayores victorias.

Hoy tu Santiago, como el resto de Cuba batalla para contrarrestar la crisis provocada por el bloqueo y te necesita por toda su geografía con la fuerza de nuestro credo, al compás de una marcha destinada al triunfo.

He aquí la ciudad bravía y musical, presta a rendir tributo a tu memoria con un abrazo mancomunado y vigoroso y la certeza siempre, aprendida de ti,  de que “Aquí no se rinde nadie”. 

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