Para la humanidad el 13 de agosto pudiera ser una fecha como otra cualquiera, con las tristezas, alegrías, penas y esperanzas de un mundo convulso que se bate por la supervivencia.
Pero los cubanos somos agradecidos y no pasamos por alto que en esta fecha se conmemora el aniversario 97 del natalicio del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
No es este un día para loas y alabanzas, ni para conmemoraciones oficiales o grandes celebraciones. En Cuba y de forma espontánea, los revolucionarios hacemos de esta jornada una fecha de compromisos y recuerdos hacia un hombre cuya existencia estuvo dedicada al bienestar de su pueblo y de esa Patria inmensa que es el mundo.
Nació en Birán, un pueblecito cañero oriental, el 13 de agosto de 1926. Su cuna fue de oro y su destino pudo haber sido otro. Tenía para ello. Más compartir su infancia con los campesinos y la gente más humilde de aquel lugar le hizo cambiar el sentido de su vida y consagrarse por entero a la práctica martiana: «Con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar…»
La historia se encargó de reafirmar ese sentimiento y el nombre de Fidel estuvo ligado desde entonces, a las luchas de su pueblo, en el cual creía ciegamente hasta la victoria.
Y tanto confió en esa victoria que ninguna dificultad le amilanó ni le hizo perder la fe en el pueblo. Ni el fracaso del Moncada, ni la prisión, ni la amarga travesía del Granma, ni el desastre de Alegría de Pío, ni la incertidumbre de los primeros meses de la Sierra Maestra, fueron obstáculos insalvables para él.
Sólo la tenacidad y la confianza en los humildes podrían conducirlo a la victoria y esa es la que hoy disfrutamos contra vientos y mareas. Y eso es lo que hoy reconoce y agradece el pueblo cubano, que junto a su líder fue capaz de hacer la Revolución y de mantener sus logros hasta nuestros días, para ejemplo del mundo.
«Es gran gozo vivir entre hombres en la hora de su grandeza», escribió José Martí, y es por eso, que muchos colectivos de trabajadores y estudiantes le dedican obras y jornadas especiales.
Y millones de cubanos, fidelistas como profesión de fe, conversaremos en algún momento del día y diremos cuánto le debemos, cuánto nos enseñó, del orgullo y la alegría de ser sus contemporáneos, de compartir y defender principios en la misma trinchera, del inmenso privilegio de haberlo tenido entre nosotros, librando un crucial combate en este mundo globalizado y convulso que nos ha tocado vivir, batallando en una gran lucha de ideas, de transmisión de ideas a todas partes y, como expresara el propio Fidel: «hay que buscar conceptos y hay que tener ideas que permitan un mundo viable, un mundo sostenible, un mundo mejor». Así nos lo enseñó Martí cuando dijo: «Todo es gozo, cuando se pelea por la luz del mundo»
Permítanos entonces, Comandante en Jefe, a nombre de todos los cubanos expresarle que vivirá siempre en el pueblo de Cuba.