Un millón de compatriotas se han vacunado con las tres dosis, pero somos 11, y la vacunación no será efectiva si no cumplimos las medidas orientadas: lavado de manos, mascarilla, distanciamiento…, todo cuanto corresponde hacer para protegernos
Qué poco tiempo toma decirlo: ¡un millón de inmunizados contra la COVID-19 en Cuba!; pero cómo debieron pasar cosas para llegar a semejante resultado. No por gusto nuestras vacunas se llaman Abdala y Soberana: primero tuvimos que forjarnos una convicción de independencia, un orgullo patrio, una fuerte personalidad como nación; la misma personalidad de Céspedes, Maceo, Martí…
Y luego hacer una Revolución que potenciara esa idiosincrasia, temperamento y carácter de un pueblo que no se arrodilla y jamás da ni pide tregua: Revolución, por supuesto, liderada por un visionario, un gigante, llamado Fidel. Y bregar contra viento y marea durante tantísimos años para crear un eficaz sistema de Salud, y formar hombres y mujeres de ciencia que hoy son de referencia global. ¡Cuánto significado en el nombre de dos vacunas!
Ciertamente, aún nos falta mucho en esta batalla. La pandemia ha ganado terreno y apenas estamos llegando a un 10 % de inmunización. Un millón de compatriotas se han vacunado con las tres dosis, pero somos 11, y la vacunación no será efectiva si no cumplimos las medidas orientadas: lavado de manos, mascarilla, distanciamiento…, todo cuanto corresponde hacer para protegernos.
Pero uno también tiene derecho al momento de orgullo. Sobre todo cuando se crece extraordinariamente a favor del mejoramiento humano. Cuando fuerzas oscuras nos desean lo peor y a esto se responde con la rosa blanca martiana: la contundencia del bien, el fruto hermoso del conocimiento y la voluntad; estos excepcionales resultados que son el asombro y la admiración del mundo.
Hace justo un mes, desde las páginas del periódico BBC, se pretendió alimentar desconfianza y arrojar sombra sobre la eficacia de nuestros candidatos vacunales y la profesionalidad de los médicos y científicos cubanos. Era como si de pronto fuésemos unos improvisados en la materia, y no un país con larga experiencia y probado prestigio en la creación de vacunas, algunas exclusivas en el mundo. (Antonio Rodríguez Salvador)