Santiago de Cuba, 15 mar.— Aquel 15 de marzo de 1878, se inscribía en la Historia de Cuba el suceso conocido como “Protesta de Baraguá”. Pero fue mucho más que un reclamo o una inconformidad. Se salvaba entonces la dignidad de los cubanos. Su alcance llega hasta las actuales generaciones.
Con orgullo de las raíces independentistas, se habla hoy de aquellos días en que el General Antonio, dijera ante Martínez Campos: “¡Muchachos, el 23 se rompe el corojo!”.
La Historia narra que Maceo interrumpió a Martínez Campos, cuando le intentaba persuadir con el pretexto de que él no había leído bien el documento y fueron estas sus palabras: “porque las conocemos es que no estamos de acuerdo con lo pactado en el Zanjón; no creemos que las condiciones allí estipuladas justifiquen la rendición, después del rudo batallar por una idea durante diez años y deseo evitarle la molestia de que continúe sus explicaciones porque aquí no se aceptan».
Para Martí, lo más glorioso de la Historia de Cuba sucedió ese 15 de marzo de 1878. La intransigencia revolucionaria, la dignidad, tomaron forma de patriota y el hasta entonces casi desconocido terruño de “Mangos de Baraguá”, presenció la reafirmación de la voluntad de los cubanos, dispuestos a abolir la esclavitud y a obtener la plena independencia.