Santiago de Cuba, 7 jun.— El triunfo de la Revolución cubana el primero de Enero de 1959 y su existencia en sí, se percibió y se percibe por las ya históricas administraciones del gobierno de los Estados Unidos y la actual, como una espina que aunque pequeña puede por su fuerza empañar la imagen y el “status”del país “más poderoso del mundo”.
Durante seis décadas según cambian las presidencias, cambian los modos de intromisión que buscan como principal objetivo socavar las bases de la Revolución en la isla y como tal se comporta el método político sucio y hostil al que juegan y que pretende destruir por todos los medios las conquistas alcanzadas y el liderazgo de Cuba en la región y en el mundo.
Por ello desde el inicio del proceso revolucionario, atentados, conspiraciones, agresiones no se hicieron esperar ni tampoco la respuesta enérgica del pueblo y su naciente Revolución. Fue así que en marzo de 1960, en la despedida de las víctimas del acto terrorista, que hizo explotar el Vapor la Coubre, Fidel proclamaba la divisa de lucha del pueblo cubano: Patria o Muerte.
Tres meses después, en el Congreso de la Federación Nacional de Trabajadores de Barberías y Peluquerías, el 7 de junio de 1969, el Comandante en Jefe completaba la frase que ha sido símbolo desde entonces por su inquebrantable fe en la victoria, cuando expresó: “¡Esta trinchera se mantendrá firme e invencible! Porque los que estamos en ella, los que tenemos el privilegio de estar en esa trinchera, no la perderemos; los que tenemos el privilegio de jugar este rol que Cuba está jugando en la historia de este continente sabremos estar a la altura de las circunstancias, con la seguridad de que venceremos, vencerá nuestro pueblo. ¡Cueste lo que cueste, vencerá nuestro pueblo! Porque sus hijos están decididos a defenderlo, porque sus hijos tienen el valor, el patriotismo y la unión que en una hora como esta se necesita, porque sus hijos han dicho: ¡Patria o Muerte! Y han dicho ¡Patria o Muerte!, porque esa es la consigna de cada cubano. Para cada uno de nosotros, individualmente, la consigna es: ¡Patria o Muerte!, pero para el pueblo, que a la larga saldrá victorioso, la consigna es: ¡Venceremos!’’
Hoy a sesenta años de su convincente exclamación, “Venceremos’’, sigue siendo esencia genuina en el orden individual y colectivo para enfrentar los más disimiles combates. En medio de las circunstancias actuales cuando el país se debate en un combate abierto contra el coronavirus el presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, símbolo de esa continuidad, dirigiéndose al pueblo también sentenció: “Viviremos y Venceremos’’.
Sus palabras fueron el resorte para perfilar desde los hogares una lucha sin tregua contra el peligroso virus e inspiración para los que desde las zonas rojas, centros de aislamiento en Cuba o en otros países luchan por la vida.
Serían innumerables los ejemplos pero Venceremos es la frase símbolo que acompaña, abriga, anima y alza el espíritu de un pueblo que se mantiene firme y desafía cada día un cruel bloqueo impuesto por los ensañados gobiernos de Estados Unidos, un pueblo que enfrenta huracanes, que transforma la sociedad para bien, que perfila su política exterior acorde a los nuevos tiempos, que consolida la unidad desde barrios y comunidades, que emancipa a las mujeres, que educa a sus ciudadanos, que funda y ama cada amanecer y que por dentro siente y lo expresa sin dudas: ¡Venceremos sí! hoy y siempre.
