Moriré de cara al sol

Así vaticinaba el Héroe Nacional de Cuba José Martí su partida definitiva en uno de sus más conocidos versos sencillos: No me pongan en lo oscuro a morir como un traidor, yo soy bueno y como bueno moriré de cara al sol

Así ocurrió aquel fatídico 19 de mayo de 1895 en Dos Ríos, descendía el héroe de su caballo mortalmente herido a pesar de las advertencias del generalísimo Máximo Gómez de que no saliera al combate, sin embargo no concluía ahí su existencia. Su propia sepultura en cinco ocasiones era quizás un halo distintivo de su azarosa vida donde la lucha por la libertad de Cuba fue su prioridad.

Su caída provocó gran tristeza entre las tropas mambisas y a toda costa trataron infructuosamente de rescatar su cadáver, así lo hizo saber Gómez en carta enviada a Tomás Estrada Palma: “Cuando me pude percibir de su caída, lo más que podía hacer lo hice, lanzarme solo a ver si recogía su cadáver. No me fue posible, y puedo asegurar a Ud. que jamás me he visto en tanto peligro. La noticia de fuente española de que yo estaba herido, no dejaba de tener su fundamento”.

La primera sepultura se la da el enemigo en el cementerio de Remanganagua, zona perteneciente al actual municipio de Contramaestre el 20 de Mayo, conocedores de la personalidad del maestro y su influencia en la lucha trataron de ocultar su identidad sepultándolo junto a un soldado español.

Hasta entonces Remanganagua había sido un pueblito más de campo donde sus moradores se dedicaban fundamentalmente al comercio y la ganadería pero las familias que para entonces vivían allí recordaban y propagaron de generación en generación aquellas lacerantes anécdotas de como llegó el cadáver del héroe amarrado y tirado sobre un caballo, de como un soldado se jactaba de haber matado al presidente y que le pusieran un trago de caramanchel, bebida de entonces, para celebrar, su primer entierro en la tierra viva, de su exhumación, de la permanencia de sus vísceras en el lugar y hasta de haber sentido los latidos de su corazón al poner los oídos en la tierra cerca del sepulcro.

Recoge la historia que una maestra llamada Emilia García relataba a sus estudiantes lo vivido y que ella y su esposo acordaron orientar a sus alumnos, poner el oído en tierra, para escuchar el corazón de la Patria; pero a ello agregaron que: «solamente los cubanos dignos podían escucharlo».

La tradición se mantuvo por muchos años y luego se extinguió para ser reeditada en los últimos tiempos por integrantes de la Asociación Hermanos Saiz quienes interesados en rendir homenaje al maestro también como continuidad se aprestaron a sentir los latidos de su corazón.

En el año 2003 el cementerio de Remanganagua es declarado Monumento Nacional por su valor histórico y patrimonial a donde acuden cubanos y extranjeros a rendir tributo al Héroe Nacional de Cuba.

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Jornadas de trabajo intenso; en esta cobertura tuve la oportunidad de acercarme a personas revolucionarias y aman y honran la…
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Joel @ No todo está perdido
abril 11, 2024 at 1:44 am
Son los jóvenes quienes, en mayoría, llevan el mayor peso del quehacer cotidiano del país. Así ha sido siempre. No…
El secretismo no es política de estado, sin embargo, hay directivos en entidades que lo practican...
Hay que adelantarse a los acontecimientos. La ingenuidad en la comunicación, cuesta.
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