Un gesto concreto entre hermanos reafirma que la cooperación es el pulso más firme para construir futuro.
En un acto que trasciende el discurso y se materializa en la solidaridad internacional late con fuerza renovada en el Oriente de nación.
La firme voluntad del Gobierno y el Pueblo de la hermana República Bolivariana de Venezuela ha cruzado el mar para anclarse, una vez más, en suelo cubano, esta vez con un objetivo preciso y vital: el Cardiocentro de Santiago de Cuba.

Este centro asistencial, auténtico pulmón para la salud cardíaca de la región, recibe hoy no solo un apoyo, sino un abrazo tangible. La ayuda venezolana, cargada de sensibilidad y compromiso, se ha traducido en un crucial asesoramiento técnico y generosas donaciones de materiales.

Con estos recursos en mano, las dedicadas fuerzas constructoras de la ECOI 57 trabajan incansablemente bajo el sol santiaguero.Su misión es clara y esencial: ejecutar el impermeabilizado total de la azotea de este instituto. Más que una obra de ingeniería, se trata de un escudo protector.
Cada rollo de membrana asfáltica colocada, cada junta sellada, es una promesa de resguardo para equipos sensibles, para historias clínicas, para la integridad de los espacios donde diariamente se libran batallas por la vida.
Es garantizar que la lluvia no será un obstáculo más en la noble tarea de salvar corazones.Este proyecto es el reflejo de una cooperación que sana en múltiples dimensiones: sana infraestructuras, protege servicios de incalculable valor y, sobre todo, construye futuro cimentado en la confianza y la fraternidad.
No es un acto aislado, sino el latido constante de una relación que prioriza a la gente por encima de cualquier cálculo.Así, entre el rumor de la maquinaria y el esfuerzo conjunto, se teje una historia diferente. Una donde la geopolítica cede su lugar a la geografía del corazón.

Donde un país que enfrenta sus propios desafíos extiende la mano para fortalecer a un hermano, recordándonos que los lazos más profundos son aquellos que se forjan en el propósito común de cuidar, proteger y dignificar la vida.Juntos, por nuestra gente.

No es un eslogan, es la realidad que hoy se construye, metro a metro, en la azotea de un hospital en Santiago. Es el sonido de un corazón solidario que late a dos orillas.