La Habana.— La comunidad científica especializada evocó la víspera el II aniversario del proyecto Bojeo a Cuba, cuya duración de siete semanas recorrió unos cinco mil 700 kilómetros de las costas norte y sur del país.
Los integrantes de la expedición concibieron un grupo de investigaciones marinas en áreas del archipiélago, algunas de ellas acometidas por primera vez, según sus profesionales que relataron sus experiencias en fuentes consultadas por la Agencia Cubana de Noticias.
El Centro de Investigaciones Marinas (CIM), de la Universidad de La Habana, es una de sus instituciones líderes, cuando el 18 de julio de 2023 partió del puerto avileño de Júcaro, con colegas de la Agencia de Medio Ambiente, del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente; la Empresa Avalon Marlin y la productora de audiovisuales Naturaleza Secreta de Cuba.
A bordo del barco Oceans for Youth, sus misiones comprendieron la evaluación de la presencia de microplásticos en toda la columna de agua alrededor de nuestra plataforma marina y la medición de los niveles de acidificación en ese propio escenario, a cargo de jóvenes investigadores del Centro de Estudios Ambientales de Cienfuegos.
Los profesionales del Instituto de Ciencias del Mar acometieron el estudio de la microbiología de los arrecifes de coral y entre sus primeros resultados figuraron el descubrimiento, en uno de los sitios explorados en Puerto Padre, de varias colonias grandes, sanas y con mucha vitalidad, de una especie de coral en peligro de extinción en toda la región del Caribe, conocida por Cuerno de ciervo, de suma importancia en la redimensionalidad del arrecife.
Lamentablemente, observaron también carapachos de tortugas y redes colocadas en los arrecifes, evidencia de actividad pesquera ilegal.
Respecto al estado de los corales, detectaron una alta influencia de blanqueamiento en Pilón y Baracoa, vinculados al efecto de las altas temperaturas del mar y, tras abandonar la localidad de Puerto Padre, Oceans for Youth arribó al de Nuevitas, en el norte de Camagüey.
No obstante, la navegación centró su atención en la evaluación de la salud de los arrecifes coralinos, sobre todo su densidad y diversidad, y la de grandes depredadores, en particular los tiburones.
También en la obtención de información sobre el estado actual de las poblaciones de peces, erizos y otras especies, y de los impactos del cambio climático en los ecosistemas y comunidades costeras.
La preparación del proyecto en cuestión duró cerca de un año y sus organizadores escogieron los meses de julio y agosto por sus favorables condiciones meteorológicas, las cuales permiten navegar, sin grandes contratiempos por la costa norte y la del sur.
Su equipo lo integraron biólogos marinos, geógrafos, microbiólogos y periodistas y comunicadores de Naturaleza Secreta, quienes acompañaron la travesía por tierra y mar e igualmente se sumaron marineros y personal técnico de apoyo.
Las experiencias en tal dirección tuvieron tanta relevancia que llegó a pensarse en una segunda edición.