jueves 28 agosto 2025

Festival del Caribe: memoria, cultura y resistencia

Con la Quema del Diablo concluye este miércoles en Santiago de Cuba la 44 edición del Festival del Caribe, Fiesta del Fuego, un abrazo cultural entre los pueblos de la región que, desde el 3 de julio, albergó a más de 500 participantes entre académicos, especialistas y artistas de diversas latitudes, que confluyeron en la ciudad para compartir saberes, ritmos, creencias y alegrías profundas, en un intercambio auténtico de espiritualidad, memoria y goce colectivo en abierto contraste con la creciente fragmentación del mundo actual, marcado por guerras, crisis migratorias, intolerancia y una humanidad que, a menudo, parece haber olvidado cómo vivir en paz.

Esta edición, dedicada a la cultura popular de Curazao, tejió un canto encendido al espíritu del Caribe y a la hermandad entre sus pueblos. La Fiesta del Fuego alzó su voz como un acto de resistencia cultural y un llamado urgente a reencontrarnos con lo esencial: la solidaridad, la diversidad y la esperanza.

En sintonía con ese espíritu integrador, fueron tantos los temas abordados que el tiempo resultó insuficiente para profundizar en asuntos clave como los avances y desafíos de la inclusión social, la descolonización cultural, las vulnerabilidades del ecosistema caribeño frente al cambio climático y las posibles alternativas. Tampoco bastaron las jornadas para explorar a fondo la riqueza poética compartida en el encuentro de poetas, ni para adentrarse plenamente en la música, la danza, la percusión, las tradiciones folclóricas, el cine o el teatro popular caribeño, entre otras expresiones que conforman el vasto universo artístico de la región.

El Caribe que nos une es tan amplio como diverso, y está marcado por profundas contradicciones. Es una región de belleza natural exuberante pero frágil, donde islas y costas se resisten a desaparecer bajo el peso del cambio climático, el aumento del nivel del mar y el consumo desmedido de los recursos del planeta.

Al mismo tiempo, es un entorno culturalmente poderoso que, a pesar de siglos de colonización, esclavitud y dominación, sigue generando arte, pensamiento y espiritualidad con una fuerza desbordante. En medio de la pobreza, la desigualdad y la desprotección ambiental, la cultura se levanta como refugio, memoria y posibilidad. Desde sus grietas, el Caribe se inventa y resiste, crea lenguajes propios, reconstruye identidades y trabaja por una relación más armónica y sagrada con la naturaleza.

Ese es el Caribe que, durante una semana, compartió esencias, memorias y futuros posibles en esta 44 edición del Festival. El Desfile de la Serpiente volvió a ser uno de los momentos más esperados y vibrantes, como cada año; y la Quema del Diablo, su cierre ritual, sella la despedida entre danzas, tambores y fuego purificador.

Aquí no hay adiós, solo un hasta pronto; el Caribe sigue latiendo, y su llama, encendida. La invitación para el próximo encuentro en el 2026, está hecha: la Fiesta del Fuego rendirá homenaje a los pueblos afrodescendientes de Colombia.

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