La unidad del pueblo en la nación cubana, al amparo de los valores construidos por la Revolución en los más de 65 años, ha sido la garantía de existencia de una obra paradigmática, a ultranza de todo cuanto ha hecho la gobernación norteamericana por aniquilarla. Es una verdad irrefutable, muchas veces repetida, pero imprescindible de reiterar en tiempos, que las buenas actitudes requieren multiplicarse.
Muchas son las carencias que afronta hoy la población, fruto del cerco económico, de sucias artimañas de incorporar a Cuba en una lista de supuestos países terroristas y de otras medidas inhumanas, a lo que se suman errores internos por procedimientos inadecuados, falta de agilidad o visión oportuna entre otros, generalmente sin malas intenciones, sin señalar, también, la presencia de actos de corrupción que intentan crecer como una mala hierba.
Todo eso sucede, pero no cuenta con la aprobación de la inmensa mayoría, que no solo tiene instrucción y suficiente visión política para lograr discernir los problemas, como aprendimos del máximo líder de la Revolución, Fidel Castro Ruz, sino que critica y trata de buscar soluciones, porque no siempre los problemas se pueden justificar con los lógicos estragos del bloqueo.
Internamente no hay bloqueo, sino muchos problemas que desafían la inteligencia y la voluntad, cual laberinto complejo para encontrar la salida, sin recursos y con obstáculos objetivos. Asimismo hay insuficiencias y actitudes negativas que sin ser muchas veces conscientes, le hacen el juego a las intenciones del enemigo, recrudecidas en una guerra mediática.
Muchas situaciones podrían servir de ejemplo como ocurre, a diario, en Santiago de Cuba con el uso del transporte estatal, específicamente de los carros de empresas, organismos y otros centros. Si bien, al respecto, no existe una regulación oficial, a semejanza de una legislación, en la conciencia de cada cubano vive enraizado el humanismo y la solidaridad, no porque, simplemente, se haya enseñado, sino por naturaleza propia de los nativos de esta región oriental, donde la hermandad y el amor presiden todas las acciones; algo que es común en los cubanos.
La población conoce que uno de los sectores afectados es el transporte por la falta de combustible y de piezas, pero de eso no se trata, sino de algo que corroe y no se justifica: la llamada indolencia. ¿Qué está ocurriendo?
En algunas paradas de ómnibus, también han sido ubicados inspectores, otrora “amarillos”, que han devenido fuerte apoyo para el traslado de la población a sus destinos, al paso de los equipos estatales, pero donde no existen dichos funcionarios, los choferes, que, aunque tienen la indicación de parar y recoger a las personas, hacen caso omiso ante el desespero de quienes le hacen señales y son ignorados: trabajadores, personas que se dirigen a turnos médicos o por otras situaciones de urgencia, estudiantes, madres con niños en brazos para los círculos infantiles y otros necesitados. Esa actitud negativa de ciertos choferes se llama: indolencia
Un ejemplo tácito es lo que cada día acontece en la parada ubicada en el Paseo Martí entre Callejuela y Moncada. Antes pasaban varias rutas y tenía, además, el servicio de los referidos inspectores por turno, quienes cumplían bien dicha encomienda, pero ahora que son tan escasas las “guaguas”, tampoco se cuenta con tales figuras y la población de esa barriada que es grande, se queda sin ese beneficio
Mas, del mismo modo que hay muchos choferes que no se inmutan, ni sienten el dolor ajeno, hay otros que merecen ocupar espacio en esta publicación, como es el caso de Adrián Hecheverría, de la Empresa Emproy 15, quien recientemente, ante la señal de cuatro compañeras, estacionadas en la parada de referencia, paró y con evidente agrado las trasladó Martí arriba. Esa actitud es la que corresponde a estos tiempos difíciles, de ahí el abrazo y las palmas, extensivos a aquellos, quienes también han hecho lo mismo.
Por eso cuando se habla de unidad no se alude a algo abstracto, sino a un acto imperioso y determinante para poder salir adelante. La unidad debe estar presente en todos los emprendimientos y adherida a los más profundos sentimientos de amor y lealtad.