viernes 03 octubre 2025

Eduardo Saborit Pérez: El legado musical de un revolucionario

Este 14 de mayo se conmemora un nuevo aniversario del natalicio de Eduardo Saborit Pérez (1911-1963), el músico cubano cuyo talento y compromiso político lo convirtieron en un ícono cultural de la Revolución. Conocido como «El Cantor de la Revolución», Saborit no solo dejó una huella imborrable en la música cubana, sino que su obra se erigió como un puente entre el arte y las transformaciones sociales de su tiempo.

Nacido en Campechuela, en el Oriente de Cuba, Eduardo heredó de su padre, músico y arreglista, el amor por la creación. Su trayectoria comenzó en la Banda Municipal de Conciertos de su pueblo natal, donde ejecutaba la flauta, hasta que una dolencia lo obligó a reinventarse.  Fue entonces que la guitarra se convirtió en su voz, un instrumento que dominó con maestría y al que dedicó composiciones que hoy son patrimonio nacional. 

Su vida, marcada por el exilio interno debido a la persecución del régimen batistiano previo a 1959, refleja el espíritu de resistencia que luego plasmaría en sus canciones. Desde Campechuela hasta Camagüey, formó parte de grupos como La Clave Azul, llevando la música a rincones diversos. Incluso durante la Segunda Guerra Mundial, su arte trascendió fronteras: acompañó a soldados en Europa, experiencia que enriqueció su visión y su repertorio.

Pero fue tras el triunfo de la Revolución donde Saborit encontró su mayor inspiración. Comprometido con el proceso social, sus himnos y marchas se convirtieron en bandas sonoras de la época. «Despertar», nacida de una carta enviada a Fidel Castro por un alfabetizado, o el Himno de la Campaña de Alfabetización, son ejemplos de cómo su música dialogaba con el pueblo. Su tema «Cuba, qué linda es Cuba», ovacionado en el XVII Festival Mundial de la Juventud, sigue siendo un canto de identidad. 

Más allá de lo político, Saborit fue un creador versátil: boleros, guarachas, villancicos y canciones  infantiles demuestran su dominio de múltiples géneros. Piezas como «El guarapo y la melcocha» o «La guayabera» revelan su conexión con las tradiciones cubanas, mientras que «Conozca a Cuba primero…», galardonada con la Medalla de Oro de La Habana, reafirmó su amor por la patria. 

Quienes lo conocieron lo describen como un hombre optimista, de carácter afable y mente inquieta. Esa combinación de talento y convicción lo llevó a ser no solo un artista, sino un pedagogo en la Campaña de Alfabetización y un embajador cultural en países como la URSS o Hungría.

A 114 años de su nacimiento, Eduardo Saborit sigue siendo un símbolo de cómo el arte puede ser un instrumento de transformación. Su obra, más que un reflejo de su tiempo, es un recordatorio de que la música, en manos de un revolucionario, nunca deja de latir. Como él mismo enseñó: para amar a Cuba, primero hay que conocerla… y escucharla en sus canciones.

Destacadas
Comentarios
Los juristas son, en principio, servidores públicos imprescindibles.
Saludos desde México. La cultura de la previsión así como la calidad en el trabajo ayuda a los pueblos de…
Jornadas de trabajo intenso; en esta cobertura tuve la oportunidad de acercarme a personas revolucionarias y aman y honran la…
Joel @ No todo está perdido
abril 11, 2024 at 1:44 am
Son los jóvenes quienes, en mayoría, llevan el mayor peso del quehacer cotidiano del país. Así ha sido siempre. No…
Suscribirse
Notificar de
guest

0 Comments
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios