miércoles 20 agosto 2025

Lo más trágico siempre fue el silencio detrás de las tempestades, ¡Qué lo diga el tiempo!, el mismo que voló los cimientos de cada difícil jornada. ¿Dónde quedaron las memorias, aquellas que no pudor dispersar el viento y el desamor? ¡Dónde si no en aquellos días de la guerra que representan inolvidables páginas de nuestra historia!.           

Noviembre 30 de 1956:

Es invierno. A bordo del yate Granma los 82 expedicionarios están atentos al movimiento de la embarcación, ante los fuertes vientos y olas que aumentan en las proximidades de las costas «Las Coloradas», en el Oriente cubano.          

A las 18 horas y 50 minutos, otros reajustes en el rumbo. Ochenta y cuatro grados, se repite entre los expedicionarios, rumbo hacia Cabo Cruz. ¡Ahora sí no sucederán más cambios!. «Oímos por Radio la noticia de los motines de Santiago de Cuba, que había provocado nuestro Frank País, considerando sincronizarlo con el arribo de la expedición«, apuntó así, el Che.

Duque de Estrada vistió de verde olivo al igual que Santiago de Cuba. En Padre Pico una escalinata arde en sangre. Tres hombres entran en la historia: Otto Parellada, Tony Alomá y Pepito Tey.

En el Intendente hay fuego y en la Estación de Policías: metrallas y confusiones. En altamar hay impaciencia. Cae la noche.

A las puertas el Primero de Diciembre, fin de semana.

El Caribe tiende su complicidad. Una nota ya es nostalgia, cuando en unas horas estará por definirse la travesía de 82 hombres.

Detrás quedaron más de ciento cuarenta y cinco horas de fatigas y vómitos. Todo parece que no hay de qué quejarse cuando en las proximidades de las costas orientales deparan peores momentos.

Primero de Diciembre: proa hacia Cabo Cruz.

Por primera vez Fidel ordena la entrega de los armamentos, comienzan las prácticas en alta mar, esta vez, todos visten de verde olivo: dos mudas, gorras, camisetas enguatadas, botas mexicanas, mochilas y cantimploras, más cuchillos, balas y bayonetas.

En tierra la situación es caótica, las cosas también van tomando cuerpo. Santiago de Cuba se alzó, Bayamo no quedó detrás y Celia Sánchez entró de lleno en la escena insurgente al escaparse de la prisión de la policía en Manzanillo.

Velocidad Siete Nudos por Hora, a 220 millas está Cabo Cruz.

Todos quieren ver los mangles y Robert Roque, asegura que desde el techo hay mejor visibilidad, de pronto, cae en completo uniforme. Fidel insiste en encontrarlo a pesar de la noche, un giro completo y el dominicano Ramón Mejía del Castillo tuvo la noticia sobre el rescate del compañero.

Hacia Cabo Cruz 82 hombres, repetiría Onelio Pino: ¡A 220 millas, velocidad, siete nudos por hora, rumbo hacia Cabo Cruz!

Es 2 de diciembre. Año 1956. 

Posición yate Granma con 82 hombres: en altamar a dos kilómetros de las costas de «Las Coloradas».

El retraso por la caída de Roque, quedan dos pulgadas de combustibles y tensión por el aviso a Batista. Se decide proa a toda máquina al lugar más próximo: sesenta metros de la orilla.

A las seis horas se completan las mil 235 millas recorridas, a una velocidad promedio de siete coma 1 nudos por hora, una semana y cuatro horas de navegación, desde Tuxpan hasta Los Cayuelos, Punta Las Coloradas.

A ocho kilómetros el caserío de Belic, a veinte el poblado de Niquero, media hora después de la parada y baja René Rodríguez, sigue Fidel, el grueso de la expedición y por último: Raúl y su pelotón con los equipos.           

El fango parece sepultar a estos hombres. Por unos minutos los mangles se tornan agresivos, los pantanos arcillosos son cómplices de una temperatura de 21 grados centígrados, por lo que se supone el frío, la lucha contra el zarzal y una visibilidad -sólo- hasta doscientos cincuenta metros.

Aun así, sigue el desembarco, por un lado quedó advertido un pescador de la zona, por otro, el barco de cabotaje «Tres Hermanos», a la salida de la Laguna del Guaso.  En otro ángulo estuvo el Jibarita, y al final, la consecuencia mayor, a dos horas del beso en tierra y del refugio en la maleza, aparecieron las primeras detonaciones del cañonero 106, el reto de un Biber y otros dos aviones de reconocimientos.

¡Comienza así el prólogo del bautizo, En Busca del Fuego!

Destacadas
Comentarios
Los juristas son, en principio, servidores públicos imprescindibles.
Saludos desde México. La cultura de la previsión así como la calidad en el trabajo ayuda a los pueblos de…
Jornadas de trabajo intenso; en esta cobertura tuve la oportunidad de acercarme a personas revolucionarias y aman y honran la…
Joel @ No todo está perdido
abril 11, 2024 at 1:44 am
Son los jóvenes quienes, en mayoría, llevan el mayor peso del quehacer cotidiano del país. Así ha sido siempre. No…