Cada 19 de noviembre el mundo detiene su rutina para reconocer a las mujeres que, desde distintos rincones y realidades, levantan negocios, impulsan ideas y transforman comunidades enteras. Es el Día Internacional de la Mujer Emprendedora, una fecha que pone en el centro el talento, la resiliencia y el liderazgo femenino en un escenario global todavía marcado por desigualdades económicas y brechas de oportunidades.
Este día nace con una misión clara: visibilizar el poder transformador de las mujeres cuando se les brindan las herramientas y los espacios para crear. Según organismos internacionales, el emprendimiento femenino ha crecido de manera sostenida durante la última década, especialmente en sectores creativos, de impacto social y en economías emergentes. Sin embargo, persisten desafíos como el acceso limitado a financiamiento, la doble jornada laboral y los estereotipos de género que frenan proyectos con enorme potencial.
Aun así, la mujer emprendedora no se detiene. Desde pequeñas productoras locales hasta grandes innovadoras tecnológicas, ellas han demostrado que emprender no solo es un acto económico, sino también un ejercicio de libertad, identidad y visión propia. Cada negocio levantado es una declaración: “Estoy aquí para crear, transformar y aportar.”
En Cuba y en toda Latinoamérica, su papel es especialmente vital. Mujeres que impulsan marcas, lideran talleres, gestionan iniciativas sociales, desarrollan moda sostenible, defienden la cultura y generan empleos en entornos desafiantes. Su aporte no solo dinamiza la economía; fortalece tejidos comunitarios y abre caminos para las nuevas generaciones.
Este 19 de noviembre se celebra su coraje, su disciplina y la capacidad de convertir ideas en realidades. Pero también es un llamado a seguir construyendo entornos inclusivos, donde el talento femenino pueda crecer sin barreras y con la autonomía que merece.
Porque detrás de cada mujer emprendedora hay una historia de lucha, creatividad y resistencia… y delante de ella, un futuro que lleva su sello.