Cada 2 de octubre se celebra el Día del Notario, una fecha dedicada a reconocer la labor de estos profesionales del derecho, cuya misión es garantizar la seguridad jurídica y la legalidad en los actos y contratos que rigen la vida de las personas y las instituciones.
El origen de esta conmemoración se remonta al 2 de octubre de 1944, cuando en la Ciudad de México se promulgó la Ley del Notariado para el Distrito Federal, considerada una de las legislaciones más modernas de su época y que marcó un antes y un después en la organización del notariado en varios países latinoamericanos.
A partir de esa fecha, se instituyó el 2 de octubre como día especial para reconocer la trascendencia de la función notarial.
El notario es un profesional del derecho investido de fe pública. Su papel principal es dar certeza y autenticidad a los actos jurídicos, protegiendo tanto a particulares como al Estado.
Entre sus funciones se encuentran:
1- Autorizar escrituras públicas y contratos.
2- Certificar la veracidad de documentos.
3- Dar fe de testamentos, poderes y actos de última voluntad.
4- Garantizar que los actos jurídicos se realicen dentro del marco legal.
Gracias a esta labor, los notarios contribuyen a evitar conflictos y fraudes, y fortalecen la confianza en las relaciones jurídicas.
Su figura está presente en la vida de cada ciudadano: desde la compra de una vivienda, la constitución de una empresa, el matrimonio con separación de bienes, hasta la herencia o la elaboración de un testamento.
En todos estos procesos, su presencia asegura la legalidad, la transparencia y el cumplimiento de las leyes.
El Día del Notario es una oportunidad para reconocer su ética, responsabilidad y compromiso social. Su labor muchas veces pasa desapercibida, pero sin ella sería imposible garantizar la seguridad jurídica en los actos que dan forma a nuestra vida en sociedad.
Cada 2 de octubre se rinde homenaje a quienes con su conocimiento y compromiso hacen posible que las personas y las instituciones vivan bajo la certeza del derecho, preservando la confianza y la justicia en cada acto de fe pública.