Otra vez la inevitable marcha del tiempo marca en el calendario la fecha del 18 de junio para recordarnos que desde hace 18 años nos falta físicamente la heroína del llano y de las montañas, Vilma Espín Guillois, quien al morir un día como hoy escaló esa categoría superior de la vida que es la de entrañable.
No es hoy por tanto un día para la tristeza porque la propia Vilma no lo permitiría al decirnos con su voz dulce: Estoy aquí entre las niñas y jóvenes que alegres marchan hacia sus escuelas; estoy aquí en la voluntad de ese ejército de obreras y campesinos que con sus manos labran el futuro de la Patria; estoy aquí en la firmeza de las que como soldados esgrimen el fusil para defender sus conquistas; estoy aquí entre las científicas y técnicas que con su inteligencia descubren vacunas y medicamentos que asombran para el bienestar humano; estoy aquí en el espíritu guerrillero de esas miles médicas, enfermeras y técnicas de la salud que van por el mundo salvando vidas; estoy, en fin, donde quiera que se alce una voz en defensa de las mujeres.
Vilma Espín estará siempre entre los imprescindibles de ayer, hoy y de todos los tiempos. Decir todo lo que hizo antes y después del triunfo revolucionario no sería hoy necesario, porque la enumeración, aún en síntesis, de su pensamiento, acción y proyecciones, no cabe en la cuartilla de una crónica periodística.
De ella sólo podemos decir que fue una mujer cubana excepcional, representante de los más elevados valores humanos dedicados con creatividad y afán a la patria nueva que ayudó a construir desde los cimientos.
Por eso hoy, en el Aniversario 18 de su muerte digamos que Vilma sigue siendo corazón y fuerza vital que encarna a la amorosa, firme y digna mujer cubana, de ayer, hoy y mañana.