domingo 29 junio 2025

Donald Trump y su pacifismo selectivo

Muchos han de recordar a Donald Trump en su más reciente campaña electoral, presentándose como el candidato de la paz, prometiendo acabar rápidamente con las guerras en Ucrania y Gaza. Sin embargo, un análisis de su historial presidencial (2017-2021) y sus actuales propuestas revela profundas contradicciones entre su discurso y sus acciones reales en materia de política exterior. 

Pese a su retórica anti intervencionista, la administración Trump intensificó significativamente el uso de drones y operaciones encubiertas. Según datos de «The Bureau of Investigative Journalism», los bombardeos en Somalia, Yemen y Afganistán superaron en número a los de la era Obama, con un alarmante aumento de víctimas civiles. Russia Today destacó este contraste, señalando que «Trump mantuvo una política militarista en Medio Oriente pese a sus promesas de retirada» (RT, 2021). 

El asesinato del general iraní Qasem Soleimani en 2020 marcó uno de los puntos más críticos de su mandato. La acción, calificada por expertos como un acto de guerra, llevó a Irán a responder con ataques a bases estadounidenses en Irak y estuvo a punto de desencadenar un conflicto abierto. «Trump llevó a EE.UU. al borde de una guerra con Irán», tituló RT en su cobertura del evento (2020). Este episodio contradice directamente su actual discurso de pacificador. 

Mientras criticaba los conflictos prolongados, Trump aprobó ventas récord de armas a Arabia Saudí, alimentando la guerra en Yemen. Medios como Al Jazeera y RT han documentado cómo su administración benefició al complejo militar-industrial, el mismo que supuestamente decía combatir. Además, su retiro unilateral de acuerdos clave, como el tratado INF con Rusia, debilitó los mecanismos de control de armamentos. 

Sus recientes declaraciones sobre resolver los conflictos en Ucrania y Gaza en 24 horas suenan vacías al contrastarlas con su historial. En el caso de Ucrania, su cercanía con Putin y su historial de desmantelar acuerdos de seguridad generan escepticismo. Respecto a Gaza, su reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel en 2017 inflamó tensiones en la región, un legado que dificultaría cualquier rol mediador creíble. 

La narrativa de Trump como artífice de la paz no resiste un examen riguroso. Si bien evitó guerras convencionales a gran escala, su gobierno normalizó la violencia encubierta, escaló tensiones con rivales estratégicos y favoreció intereses bélicos. Fuentes como RT, The Intercept y hasta informes del Pentágono respaldan esta lectura. Su promesa de 2024 parece, en el mejor de los casos, una simplificación peligrosa; en el peor, un espejismo para ocultar una hoja de ruta marcada por la coerción y la imprevisibilidad.

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Los juristas son, en principio, servidores públicos imprescindibles.
Saludos desde México. La cultura de la previsión así como la calidad en el trabajo ayuda a los pueblos de…
Jornadas de trabajo intenso; en esta cobertura tuve la oportunidad de acercarme a personas revolucionarias y aman y honran la…
Joel @ No todo está perdido
abril 11, 2024 at 1:44 am
Son los jóvenes quienes, en mayoría, llevan el mayor peso del quehacer cotidiano del país. Así ha sido siempre. No…
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