Hoy, en el aniversario 114 de su natalicio, recordamos al hombre que convirtió la unidad obrera en un arte.
Lázaro Peña González (1911-1974), conocido como el “Capitán de la clase obrera cubana” y “maestro de cuadros sindicales”, forjó un legado imborrable en la historia laboral de Cuba. Desde la fábrica de tabacos hasta la fundación de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), su vida fue un compendio de lucha, pedagogía y compromiso con la justicia social. Nacido el 29 de mayo de 1911 en el barrio habanero de Los Sitios, quedó huérfano de padre a los 10 años. Abandonó la escuela en tercer grado para trabajar como aprendiz de carpintero, herrero y albañil, sosteniendo a su madre, despalilladora de tabaco.
A los 12 años, en la fábrica de tabacos “El Crédito”, presenció las injusticias laborales. Allí inició su rebeldía: pintó consignas antiimperialistas, distribuyó manifiestos y organizó protestas contra los bajos salarios.
Con tan solo 18 años, se unió al clandestino Partido Comunista de Cuba. Su primera gran batalla fue la Huelga de 1933, que derrocó a la dictadura de Gerardo Machado.
Tras años de reorganizar sindicatos bajo la consigna “la unidad es nuestra arma”, lideró el Congreso Constituyente de la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC).
– Electo su primer secretario general, logró integrar a 700,000 trabajadores en una sola central sindical, rompiendo divisiones sectoriales.
– Fundó la Universidad Popular José Martí, la revista CTC y un programa radial para educar políticamente a los obreros.
– Co-fundó la Confederación de Trabajadores de América Latina (CTAL) y la Federación Sindical Mundial (FSM), donde fue vicepresidente.
Lázaro Peña no solo dirigió; enseñó. Fidel Castro lo definió como “el maestro que enseñaba más en una conversación que otros en años de discursos”