Las Ferias Agropecuarias mantienen su formato exclusivo en la avenida de Céspedes de Santiago de Cuba como la zona principal y de mayor concurrencia de cooperativas, mipymes, trabajadores por cuenta propia y otras estructuras económicas autorizadas.
Hasta aquí, hemos dedicados otros reportajes sobre los precios en estas ferias agropecuarias, el sistema tradicional rígido de pagos y cobros con efectivos en manos, además, del enfoque administrativo, pero como faltan otras aristas, esta vez, incursionamos en la higiene de los alimentos, el control sanitario de lo que se expende y la certificación por los factores de Salud Pública.
Y es que si bien está la necesidad de la venta del mayor número de renglones deficitarios en nuestras placitas y carpas más próximas, cuando se da la voz de autorizo allá va la caravana de camiones con una buena parte de los productos agrícolas no certificados por la dirección de higiene y epidemiología.
Se trata de un punto muy contradictorio y polémico, pero si aplicamos tan sólo la observación participante como instrumento de pesquisaje, añadida la encuesta y la entrevista con los actores claves del proceso, tendremos tendencias confirmadas de no pocas violaciones.
Por ejemplo, si bien la mayoría dice tener el permiso de salud pública, dicho documento está en contradicción con la realidad, es decir, el estado de conservación de los productos, principalmente, las hortalizas y viandas, ya sea por el hacinamiento récord, la manipulación excesiva desde la cosecha, la transportación, colocación en el punto de venta autorizado como el pesaje.
Abundan las viandas con fangos, boniatos con tetuán, las hortalizas con hojas marchitas por tantos maltratos, incluso, no basta con el deterioro en el largo proceso y tiempo transcurrido desde la cosecha hasta la venta del producto con los consiguientes golpes y tiradas de cada renglón sobre una improvisada mesa o en la punta de la propia parte trasera del camión.
No pocos dueños de esas producciones se dan cuenta de tan acelerado deterioro de sus propuestas, pero son pocos los que proceden a la rebaja, entretanto, la situación epidemiológica se pone en riesgo mayor, ora por lo apuntado hasta aquí, ora por la concentración de personas, algunos tosiendo y sin nasobucos a sólo centímetros de otros y qué decir del vendedor que pesa y cobra a la vez desprovisto de cualquier medio de protección.
Llueven las críticas por parte de los clientes y suben numerosas “justificaciones” como: “la cooperativa me exige vender a toda costa”; “yo tengo que pagarle a mi jefe”, “tengo que cumplir el plan de recaudación”, “no entiendo de esas cosas” o “ése asunto es de mi jefe, no mío”, en fin… ¡cuántos subterfugios que no toleran los virus y bacterias!
Lo triste del caso que algunos inspectores no exigen las medidas higiénico-sanitarias, los responsables por higiene y epidemiología no se hacen sentir en las ferias agropecuarias y cuidado si hablas de la Protección al Consumidor, una legalidad en el olvido y poco respetada en esas concurrencias.
Aquellos “inteligentes” o supuestos “expertos en ventas”, terminan con productos envejecidos, maltratados por el sol, el tiempo de cosecha, la manipulación excesiva, la falta de humedad, el hacinamiento desmedido en el camión o en la rastra y por el peso de otros recursos como las pesas, tanquetas y las pisadas de los propios responsables del trasiego y comercialización.
De las pérdidas por estos motivos en ferias agropecuarias, no se habla. Siempre se reporta por las propias cooperativas y vendedores particulares que “cumplimos”. Ahora bien, la valoración no sólo debe estar en la contabilidad deficiente, en el empleo no racional del combustible asignado para la transportación, ni en el frio balance de lo pactado, porque la higiene debe ser lo primero a revisar.
Por un lado, siguen los precios excesivos, especuladores y abusivos. En otro orden, las ventas no autorizadas a determinada cooperativa u otro actor clave. ¿Y quién le pone freno a cuántas situaciones pudieran evitarse, sólo con la aplicación de medidas higiénico-sanitarias y las exigencias previas a este suceso de cada fin de semana como las Ferias Agropecuarias?
Sabemos de las necesidades de alimentos, de los costos en la transportación por falta de combustibles, de los esfuerzos de muchas cooperativas o no en acercar sus producciones hacia una plaza de altísima demanda como lo es la ciudad de Santiago de Cuba, pero si se sabe de los riesgos sanitarios latentes, la experiencia concluye NO frenar las ferias agropecuarias y junto a ellas priorizar las medidas higiénico-sanitarias correspondientes.
