Aquellos tiempos no volverán por lógica física y biológica, incluso, matemática, pero la nostalgia sigue siendo como antes y no puede existir futuro sin pasado cargado de tormentas y desafíos, eso lo sabemos muy bien los cubanos.
De forma jocosa se trolea que si existieran situaciones extremas en el mundo, entre los sobrevivientes estarían cubanos, porque la resistencia y el deseo por innovar es parte vital de nuestra vida, de la cultura, la identidad, del patrimonio, es como un sistema de genes especiales que no sólo sobreviven entre los criollos, sino suman y multiplican.
Cuántas situaciones extremas vividas, más de doscientos años de luchas y sacrificios, hasta se pensó que Cuba estuviera condenada a la resistencia, al estoicismo de sus habitantes en el claro súper-objetivo por la supervivencia.
Así, nacieron nuestros pensamientos, nuestras normas de expresión en las cuales no faltan “palabrotas” que repetimos cientos de veces por día y que aparecen acuñadas en el diccionario de este archipiélago caribeño. ¡Y ya llegaron a Hollywood!, cruzaron el atlántico, subieron al Cáucaso, el Tíber, la Kamchatka, atravesaron la Manchuria, se deslizaron por el sur indonesio y a nado vencieron el tormentoso Océano Pacífico hasta regresar al continente americano, y poco a poco, volver a tierra nativa.
Fue posible lo imposible en medio de tantas incomunicaciones e incomprensiones, en la madeja de las malas interpretaciones por una coma mal colocada, un acento indebido o una ironía en el lugar, momento y ante individuos inadecuados.
Lo que sí estuvieron claros fueron los principios que se forjaron en medio del combate, en la clarinada cuando se advertían penumbras, en la conexión del pensamiento de Libertad, Independencia, Soberanía y Autodeterminación cuando se creyó que la solución debía ser zanjonera.
Hoy los debates se mueven desde lo imposible a lo posible y viceversa. Sobre la máxima de un referente que nos acompaña, la lucha por la unidad en el pensamiento y la acción, cómo asimilar mejor de la experiencia, del legado de millones que se lanzaron al combate, de la fragua tras el primero de enero de 1959 cuando siempre se advirtió que lo más vital estaría por delante, porque el problema no es llegar, sino defender cada escalón ganado, y una vez, avanzar para dejar atrás el pasado.
Así llegamos a un convencimiento, la Unidad como divisa suprema, cómo tejer nuestros sueños en un hilo que asimile a otros sin importar credos, inclinación sexual, origen, profesión o color de la piel.
De Guaicaipuro a Hatuey se vivió esa lucha de lo posible ante lo imposible, de Guarina a Caonabo también se signó la resistencia y obstinación por la Paz, la distensión y la convivencia en medio de nuestras diferencias, pero con el respeto y reconocimiento del derecho ajeno se trazaron nuestros imaginarios que hoy no abandonamos en la difícil porfía de lo posible ante lo imposible.
