Dentro de las múltiples figuras que forjaron el ideario independentista cubano, nombres como José Martí, Carlos Manuel de Céspedes o Antonio Maceo resuenan con más fuerza. Sin embargo, entre las sombras de la historia persiste un nombre menos conocido para algunos, pero igualmente crucial, Félix Varela Morales (1788–1853), pensador, escritor y patriota cuya obra alimentó las raíces filosóficas y políticas de la lucha por la libertad de Cuba.
Nacido en Bayamo, cuna de la rebeldía cubana, Varela creció en un entorno marcado por el fervor anticolonial. Tras estudiar Derecho en la Universidad de La Habana, viajó a Europa en la década de 1840, donde entró en contacto con las ideas liberales y románticas que agitaban el viejo continente. Allí se nutrió de pensadores europeos como Rousseau y Montesquieu, pero también de las luchas independentistas latinoamericanas, forjando una visión crítica hacia el colonialismo español.
Fue electo como diputado en las Cortes Españolas para representar los intereses de Cuba, su tierra natal, a los 34 años, ignorando que aquella partida marcaría un adiós definitivo a su patria. En Madrid, desplegó una intensa labor política al cohesionar a los representantes de las colonias ultramarinas (Cuba, Puerto Rico y Filipinas) en un frente unido que buscaba proteger los derechos compartidos de estos territorios.
Además, integró comisiones dedicadas a impulsar reformas educativas en las provincias de ultramar, llevando ante la corona propuestas para modernizar la instrucción pública. Paralelamente, redactó un ambicioso proyecto legislativo para abolir la esclavitud, institución que condenaba con vehemencia por considerarla incompatible con la ética cristiana y los fundamentos de la dignidad humana.
En obras como Cartas a Elpidio (sobre la Impiedad, la Superstición y el Fanatismo en sus Relaciones con la Sociedad) de 1835, defendió la soberanía cultural y política de la isla, argumentando que Cuba debía romper con España no solo por motivos económicos, sino para construir una identidad propia basada en la justicia social y la equidad racial. Su crítica al sistema esclavista y su llamado a la unidad entre criollos y afrodescendientes fueron pioneros, anticipando debates que Martí retomaría décadas después.
Aunque Varela Morales murió un 25 de febrero de 1853, antes del estallido de la Guerra de los Diez Años en 1868, su legado permeó en la siguiente generación de independentistas. José Martí, quien citó sus textos en discursos y cartas, reconoció en él a un precursor del antiimperialismo latinoamericano. Valera abogaba por una independencia que no solo expulsara a España, sino que evitara la anexión a Estados Unidos, tema central en el pensamiento martiano.
Reconocer la figura de Varela implica recordar que la independencia no fue solo un grito de guerra, sino un proyecto intelectual. Sus ideas sobre justicia racial, soberanía cultural y unidad latinoamericana siguen vigentes, ofreciendo claves para repensar la identidad nacional más allá de consignas.