Por Daniel MartÃnez RodrÃguez
Hubo un tiempo en el que el balonmano masculino cubano infundÃa temor a nivel continental. Se daba el lujo de reinar e incluso a nivel planetario presentaba dignas batallas.
Esas estaciones pasaron a ser parte del pasado. Diversas razones lo llevaron a encallar, hasta que la luz, poco a poco comienza a iluminarle otra vez el camino.
El 16 de enero este deporte volverá a incursionar al más alto nivel. El campeonato mundial, cuya sede compartirán Croacia, Dinamarca y Noruega, será el termómetro ideal no solo para calibrar el estado actual de la selección nacional, sino también para aplaudir una nueva etapa que podrÃa regalarnos más de una alegrÃa mesurada.
Por estas fechas en suelo europeo, los criollos, que jugarán en el grupo C engrasan la maquinaria puliendo detalles técnico tácticos que precisan subsanar, si aspiran a dejar una positiva huella.
La intensidad en el juego y la concentración son además dos de los elementos en los que la dirección hace especial énfasis.
El balonmano es un deporte cuyas caracterÃsticas se adaptan a las cualidades y temperamento del cubano. Si repasamos la historia de los años 80 y 90 del pasado siglo apreciaremos lo real de esta aseveración.
Ojalá en la cita universal el equipo cubano de muestras de su calidad y evolución. Ello ratificarÃa que otra vez estamos en la senda de los mejores.