La amarga experiencia después de un fuerte debate y el seguimiento por casi una docena de reportajes sobre la bancarización, es que lejos de una recepción critica de los actores y gestores sociales sobre el foro impulsado por el Partido y el Gobierno en la provincia, las llamadas Ferias Agropecuarias y de otros tipos en este fin de año, al menos hasta la primera decena de diciembre 2024, no hayan respuestas consecuentes con la necesidad de poner en vigor las pasarelas de pago digital.

Llueven las críticas por parte de los clientes y suben numerosas “justificaciones” como: “la cooperativa me exige el dinero en mano”; “yo tengo que pagarle a mi jefe en efectivo”, “si no hay dinero sonante, claro, no vendo”, “los cajeros no tienen dinero, por eso no fío”, “tengo que cumplir el plan de recaudación a toda costa”, “no entiendo de esas cosas”, “a mí me cobran con efectivo, por tanto, tengo que recaudar con la misma forma”, en fin… ¡cuántos subterfugios!
Lo triste del caso que algunos inspectores no exigen el código Qr, otros apenas intervienen en el debate cliente-vendedor, en la mayoría de las evidencias, apenas se conoce cómo operar por Transfermóvil o EnZona, y cuidado si hablas de la Protección al Consumidor, una legalidad en el olvido y poco respetada en las ferias agropecuarias.
Aquellos “inteligentes” o supuestos “expertos en ventas”, terminan con productos envejecidos, maltratados por el sol, el tiempo de cosecha, la manipulación excesiva, la falta de humedad, el hacinamiento desmedido en el camión o en la rastra y por el peso de otros recursos como las pesas, tanquetas y las pisadas de los propios responsables del trasiego y comercialización.

De las pérdidas por estos motivos en ferias agropecuarias, no se habla. Siempre se reporta por las propias cooperativas y vendedores particulares que “cumplimos”. Ahora bien, la valoración no sólo está en la contabilidad deficiente, en el empleo no racional del combustible asignado para la transportación, ni en el frio balance de lo pactado.
Soy testigo en más de una feria agropecuaria de este 2024, sobre la preocupación de los gestores y actores socio-económicos, exclusivamente, si llegaron o no a tiempo, cuánto y qué traes para vender dirá dónde te toca, pero, quién le pone cascabel al gato sobre la bancarización, término ajeno en no pocos casos, muchas veces, en la mayoría que menosprecia el pago por transferencia a través de una pasarela determinada.
El otro gran problema es llegar a la feria sin una definición justa de los precios. Hasta la improvisación y preguntas abiertas que escucha cualquiera: ¿Cómo está por ahí el culantro? ¿Cuántos tienen aquí lechugas? Jefe, por fin ¿Cuánto vale el ajo? Una franca especulación que va acompañada con el supuesto aval: ¡Esto es exclusivo, nadie lo tiene! Y allá van hacia el cosmos los precios.

De repente, te encuentras con un TCP (trabajador por cuenta propia) que pregona: ¡Arriba, se acepta transferencia, coge aquí tu lechuga, harina de maíz, yuca y boniato!, ¡caramba, ése sí está actualizado!, pero el respiro dura menos de un minuto.
Una, por los precios excesivos, especuladores y abusivos. Otra porque no está autorizado a vender en la feria, y lo peor, no le llega la notificación de pagos, y por tanto, no puede continuar en estas condiciones de incomunicación, ya sea por fallas en el fluido eléctrico o de la propia pasarela que no anda bien por estos días.
Moraleja, “si no llevas dinero en efectivo, posiblemente, no comprarás”, por eso, la bancarización es una palabra insólita en las ferias agropecuarias en Santiago de Cuba.
