Entre sus alumnos, ella es la Profe, entre sus amigos, la Chef y para sus admiradores incondicionales, Magde, así de coqueta, alegre, siempre presta a enseñar cualquier receta de cocina, aunque su fuerte es la repostería.

A ella la conozco hace casi treinta años en el paso frecuente por la esquina de San Agustín y Bayamo; luego, se perdió hasta que regresó por la pequeña pantalla de Tele Turquino (tvsantiago) como promotora de un bello proyecto comunitario “Delicias Magde”, siempre rodeada de niños y jóvenes.
Hoy con 49 años de edad ha hecho maravillas desde la cultura, la identidad y la historia de la cocina santiaguera, es como una trabajadora vanguardia anónima.
Magdelaine Fonseca Sanabria se hace sentir en muchas partes, porque hoy no son pocos quienes aprendieron el arte de la repostería gracias a sus cursos diferenciados.
“Hace cinco años realizo estos cursos de tres meses y ya he graduado a 63 reposteros en un programa que he diseñado y suman más de sesenta y tres cursos”, me dice Magdelaine horas antes de la nueva graduación, en el Centro Cultural Francisco Prat Puig, al final de esta semana de septiembre 2024. Significa que son más de setenta egresados por esta iniciativa que merece todos los aplausos para la santiaguera de cuarenta y nueve años de edad.
Ella se encarga de todo, es como una mujer orquesta, lanza la convocatoria con cartel y afiche, más un sincronismo envidiable; asume las relaciones públicas sobre su proyecto “Delicias Magde”, busca alianzas y de su propio dinero diseña, define y logra los uniformes, dígase, delantales, gorros, guantes, ingredientes, utensilios, horno, olla eléctrica, bandejas, cubiertos, recursos de decoración y las presentaciones de cada uno de los platos hechos por sus alumnos.
La idea de los cursos personalizados parte de sus conocimientos como graduada de gestión comercial, también de repostería y panadería por la asociación culinaria.

Fonseca Sanabria comparte sus conocimientos también como graduada de Gerencia Comercial por la Cadena TRD Caribe y, actualmente, labora en la oficina del ministerio de trabajo en Santiago de Cuba.
Cada curso es un reto para ella, por eso, a la hora de la graduación siempre tiene la sensación de que pudo haber hecho mucho más, ya sea en enseñar cómo hacer pizzas, panecillos, pasteles y croquetas, entre otros, siempre para endulzar cada sueño que hace realidad con manos nobles desde la cultura santiaguera.
