La equidad siempre ha sido un principio inherente a los fundamentos básicos de la nación cubana en los más de 60 años de Revolución, lo que identifica la grandeza de la justicia social de la obra erigida por todos.
En los años transcurridos no ha existido ni una sola medida, donde no se hayan tomado en cuenta, por igual, los beneficios y las necesidades de cada nativo, con independencia de las etapas difíciles por las que se ha tenido que transitar.
Muchos son los ejemplos que demuestran cuánto se ha hecho por el bien de cada persona, sin diferencias atenidas a graves comportamientos sociales. Todos los individuos han recibido los beneficios de educación y salud gratuitos, el alcance de la cultura, el deporte, la ciencia e innumerables posibilidades con un estándar de vida sin discriminación de ningún tipo.
Hoy los cubanos y cubanas son víctimas de un genocida bloqueo de más de seis décadas de existencia y recrudecido desde 2019, con notables efectos en la economía del país y, por consiguiente, en el nivel de vida de un pueblo, pleno de sueños para continuar su desarrollo.
La carencia de alimentos constituye hoy uno de los problemas de mayor impacto en el acontecer diario de la familia cubana, tales como la inestabilidad en la entrega de arroz, los granos, el aceite, el azúcar y otros igualmente imprescindibles, que componen la canasta básica.
Y es que el bloqueo se siente a través del desabastecimiento, los precios excesivos, los salarios devaluados, bajas pensiones y en otras muchas insuficiencias, a pesar de todos los esfuerzos que hace la dirección del país para garantizar los alimentos básicos; estos, a su vez, son afectados, también, por otras limitaciones colaterales, frutos del propio bloqueo.
Como recientemente expresara Bruno Rodríguez Parrilla, Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, “el costo de la canasta básica de alimentos para un año es aproximadamente de mil 600 millones de dólares. Eso equivale a 4 meses de bloqueo. Levántese el bloqueo por cuatro meses y estará asegurada la canasta básica para cada familia”. Baste este simple ejemplo.
Sucede que en las circunstancias que vive Cuba, en otro país de sistema capitalista, el principio sería: sálvese quien pueda, pero para suerte nuestra, la obra que nos identifica es de igualdad social, donde preside el respeto por la vida de los seres humanos.
Los cubanos no quieren perder sus conquistas, ni la gloriosa obra construida con una entrega desmedida y una estela inmensa de héroes y mártires, cual especial laurel a la patria amada. Los cubanos quieren continuar su marcha sin bloqueo, sin intromisión, soberanos y `por un camino promisorio de prosperidad con la mirada siempre asentada en el humanismo, la solidaridad y el amor.
A este archipiélago le seguirá identificando sus valores y sus fundamentos, porque como dice la Constitución “…Cuba no volverá jamás al capitalismo como régimen sustentado en la explotación del hombre por el hombre”.
La equidad, cual principio inherente a la nación y en concordancia con el perfeccionamiento de la sociedad, seguirá formando parte de sus preceptos esenciales y paradigma para otras formaciones económico sociales, porque la dignidad siempre será más grande que la pobreza material. A ultranza del bloqueo perdurará la justicia social cubana.