miércoles 03 septiembre 2025

La mujer cubana es protagonista de su destino

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Granma
Órgano Oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
El General de Ejército Raúl Castro Ruz, líder de la Revolución Cubana, envió un mensaje de felicitación «a todas las federadas cubanas por la labor heroica que han desarrollado en estos 64 años, por lo que han hecho y continúan haciendo», informó en x la Secretaria General de la Federación de Mujeres Cubanas

Autor: Jorge Enrique Jerez Belisario

Sin necesidad de palabras, las manos de mujer trascienden la falsedad y acarician las verdades porque hablan un idioma solo revelado ante ellas.

La Federación de Mujeres Cubanas (FMC) acompañó en el camino a su madre, la Revolución, agradecida por el regalo de la libertad y dispuesta a ampliarla en beneficio de todos, única forma de pagar la deuda por su existencia.

El 23 de agosto de 1960, las cubanas aunaron sus esfuerzos en una sola organización, y eligieron a Vilma Espín Guillois como su primera y eterna líder. Desde ese momento, comenzaron su batalla por el protagonismo imprescindible en una sociedad avocada a la justicia.

Sin embargo, la conciencia marcha detrás de la voluntad política, y ese abismo impuso la tarea inaplazable y aún vigente de remover siglos de machismo y otras herencias del coloniaje mental.

Hasta la caída de la República Neocolonial, las más afortunadas seguían el destino preestablecido de encontrar un buen hombre –por su dinero– y cumplir el servicio de guardianas del hogar. En otros casos, la pobreza y las escasas alternativas las obligaban a manchar su dignidad en actividades denigrantes, entre ellas la prostitución.  

Contra lo peor del pasado, la FMC apostó por el futuro, y sus representantes buscaron lo mejor dentro de sí para entregarlo ante el llamado de cada proeza, en un país rebosante de ellas. Sus rostros quedaron grabados en cada esfera de la creación humana.

La mayor garantía de continuar la lucha reside en la inconformidad, y el presente interpone tremendos retos para mantener a salvo el sueño compartido. Esta organización, como cada hija del proceso revolucionario, necesita conectar con lo más profundo del ser para movilizar al empeño más hermoso: el engrandecimiento de la Patria.

A estas alturas evitaré mencionar sus nombres para ahuyentar el riesgo de las omisiones imperdonables, pero también porque dos palabras bastan para invocarlas a todas: mujer cubana.

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