La Licenciada Dignora Ruiz Ortega tiene mucho que contar, pero hay tres momentos cruciales en su vida que «jamás podré olvidar: el Rosario, allá en las montañas del municipio Segundo Frente, donde nací; el tiempo de trabajo como enfermera en el Hospital Infantil Sur de Santiago de Cuba; y mi estancia en Tarará, La Habana, asistiendo a los niños ucranianos víctimas del accidente nuclear de Chernóbil».
Aunque ahora Dignora está jubilada, mantiene excelentes relaciones con el hospital y su «presencia en jornadas docentes, científicas y en celebraciones, es constante», asegura, mientras muestra un álbum de fotos con imágenes significativas de esos momentos.
El Rosario, una zona remota en las lomas del Segundo Frente de Santiago de Cuba, a unos 20 kilómetros al este de Mayarí Arriba, provoca en Dignora una profunda nostalgia. Después de más de 60 años, se siente muy agradecida, porque fue allí «donde tuve mi infancia, mis primeros estudios, donde cultivé mis primeras amistades, y donde aprendí a amar la nobleza humana y de la naturaleza. Fue en El Rosario y su entorno donde comprendí que, para alcanzar algo en la vida, había que sacrificarse, especialmente siendo hija de campesinos pobres».

De sus misiones internacionales, la que más la marcó fue como enfermera en el contingente cubano que atendió en Tarará, La Habana, a los niños y familiares ucranianos víctimas del accidente nuclear de Chernóbil a principios de los años 90. «Todavía recuerdo con mucha ternura aquellas imágenes de tristeza y dolor, y los padecimientos posteriores de mis pacientes. Me saltan las lágrimas; fue una de las experiencias más humanas y sentimentalmente más desgarradoras de toda mi vida profesional», insiste.
De regreso a Santiago de Cuba, siempre al Hospital Infantil Sur, la enfermera Dignora continuó superándose, aportando como docente y rotando por los diferentes servicios de esa instalación, que es toda una cátedra de excelencia pediátrica en la atención a pacientes de las provincias orientales.

Del 2014 al 2017 la enfermera Dignora Ruiz Ortega cumplió misión en el municipio Tucaní del estado Mérida, en la República Bolivariana de Venezuela. Fue una experiencia profesional diversa y activa, «donde trabajé en la terapia intensiva, hice labor de terreno y tuve que lidiar con patologías muy comunes allá, como la diabetes mellitus y enfermedades respiratorias, muchas de ellas desconocidas para nosotros».
«Fueron jornadas de trabajo intenso y de aprendizaje, y le estoy muy agradecida a Venezuela; allá cultivé muchas amistades que aún me resultan presentes», concluyó.