Si bien en la propia provincia Santiago de Cuba, la mayoría no conoce qué es Turquisa, imagine usted la encuesta a nivel nacional, sin embargo, las estadísticas fueran otras y muy positivas en el caso de la pregunta: ¿Conoces la Empresa Textil Celia Sánchez Manduley?
Sucede que el referente llegó para quedarse, aunque en realidad no existe el Combinado Textil Celia Sánchez Manduley, que en sus inicios se proyectó con más de 8 mil trabajadores y como la posible textilera mayor de Latinoamérica que implicó la formación de miles de técnicos e ingenieros, la compra de equipos y máquinas, sobre todo, materia prima y otros insumos indispensables.

De aquellos momentos fundacionales del Combinado Textil Celia Sánchez Manduley”, recuerda la santiaguera Ada Mendoza Mendoza, clave en la organización interna, y quien llegó “a la antigua textilera justo con su inauguración, era yo muy jovencita. Recuerdo al Comandante en Jefe aquel 27 de julio de 1983 cuando nos habló a todos de la importancia de la industria.”
La triste noticia llegó en los finales de la década de los ochenta cuando los especialistas de la otrora JUCEPLAN (la Junta Central de Planificación) me confirmaron, personalmente, que el combinado gigante quedaría en proyectos, porque el propio bloqueo y la caída del campo socialista se encargaron: primero, en encarecer los precios de los telares, que luego se convirtieron incompatibles, porque el proteccionismo subió los precios de las materias primas, y más tarde, al cambio de su naturaleza, totalmente, obsoleta ante el equipamiento que existía en el combinado santiaguero.
¿Qué hacer entonces?
A partir de la existencia de una infraestructura industrial, las gigantes instalaciones de almacenes y plantas fabriles, se decidió no cruzar los brazos y avanzar hacia la asimilación de nuevas gestiones empresariales que respondieran a la producción de renglones deficitarios y con altas demandas en el mercado nacional y extranjero.

Nació así un complejo de minindustrias que nunca termina la diversificación fabril dirigida a la producción de colchones, toallas, sábanas, almohadas, paños, frazadas para piso, módulos de canastilla y para personas encamadas; artesanías para el hogar, bolsos y cortinas, entre otros tipos de producciones, que hoy llevan el sello de la marca criolla Turquisa, presente en Expocaribe y en otras ferias comerciales, esta vez, el sello con mejores atractivos y una calidad que defienden más de cuatrocientos trabajadores santiagueros, persuadidos por el legado de Celia Sánchez Manduley.

Interesante es que en medio de tantas transformaciones internas como: la rotación de los recursos humanos, los cambios en la gestión empresarial y la consiguiente capacitación, nunca se divorciaron de la imagen de Celia Sánchez Manduley, al punto que el levantamiento conllevó a la estrategia de comunicación, fundamentalmente, por la nueva identidad corporativa, que subraya el arraigo, el sentido de pertenencia que imbrica a la heroína de la sierra y del llano, a la manzanillera quien jamás renunció, pero sí se preocupó y ocupó de millones de preocupaciones en los barrios, cooperativas rurales, en intrincados parajes de la Sierra Maestra, fundó los órganos del poder popular, articuló el sistema de respuestas a las quejas de la población, el archivo histórico nacional y nada humano le fue ajeno.
En los predios del otrora Combinado Textil Celia Sánchez Manduley, hoy Turquisa Santiago, existe una estatua de la eterna amiga, cubana por excelencia, con su mirada que se alza en perspectiva hacia la Sierra Maestra y su imagen provoca la defensa de tan excelso referente que llegó para quedarse.
