Teniendo el silencio como principal arma y virtud, desde hace 65 años, miles de cubanos y cubanas, dentro y fuera del país, a solas con sus conciencias y principios revolucionarios, han sido y son un baluarte fundamental para la supervivencia de la Revolución frente a las agresiones de sus enemigos.
La Seguridad del Estado en Cuba tuvo sus antecedentes en medio de la lucha insurreccional en la Sierra Maestra, cuando en agosto de 1958 se creó el Departamento de Investigaciones del Ejército Rebelde, que se mantuvo hasta el 26 de marzo de 1959, cuando se organizó el Departamento de Información e Inteligencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
Se iniciaba así una de las tareas más difíciles para la Revolución en el enfrentamiento a sus enemigos, la que como señala una frase martiana, debía desarrollarse en silencio, de forma anónima y altruista e incluso, en ocasiones desde las propias filas del enemigo dentro y fuera de la isla bajo los riesgos que ello implica.
Debido a la labor de la Seguridad Cubana fueron abortados centenares de hechos agresivos y conspiraciones contra la Revolución, aún al costo de vidas de hombres y mujeres que cayeron en el cumplimiento de las misiones asignadas, sin que se les pudiera rendir al instante el merecido homenaje.
Para que se tenga una idea de la labor desarrollada por los Órganos de la Seguridad del Estado en estos años, basta señalar que desde 1959 hasta el momento fueron frustradas más de 700 conspiraciones para atentar contra la vida del Comandante en Jefe, Fidel Castro, sin contar aquellas que no llegaron a conocerse jamás y que también suman decenas.
Gracias a las misiones cumplidas por la Seguridad del Estado no fue mucho más dramático y costoso el camino de nuestro pueblo para hacer, desarrollar y consolidar la Revolución desde su triunfo hasta nuestros días.
Al cumplirse este 26 de abril el Aniversario 65 de los Órganos de la Seguridad del Estado, los cubanos reconocemos la extraordinaria tarea que han desarrollado y desarrollan los hombres y mujeres que integran esta fuerza de vanguardia y les hacemos llegar, hasta cualquier lugar en que se encuentren, aún en las entrañas del monstruo, la admiración, respeto y saludos revolucionarios que bien merecen por su anónima y silenciosa labor.