El bullicio, las consignas, los gritos, las risas, el sudor, la mirada indiscreta y hasta el paso apurado de la muchedumbre, no desaparece, por el contrario, al final del aƱo se apodera de las plazas principales de la provincia Santiago de Cuba y en todo el archipiƩlago nacional.
Desde los balcones santiagueros se despliegan las banderas y los aplausos, desconozco a muchos en las ventanas, pero me resultan conocidos, a pesar de los nasobucos, aĆŗn en uso, -muy bien- que ocultan caras y no corazones.
El amanecer del nuevo aƱo es inusual despuĆ©s de tantos aislamientos sociales, y sobre todo, tras uno de los peores aƱos vividos por los estragos provocados por el bloqueo y las irregularidades internas como el no aprovechamiento de las capacidades profesionales, el remanso de tierras sin explotar debidamente, la incomunicación que sobrevive entre no pocas empresas, las indisciplinas sociales, las arremetidas de los revendedores y los cantos de sirenas que una minorĆa alienta hacia la emigración sin un conocimiento, actualidad y vistazo a la ola internacional que pone en mĆ”s peligros al mundo.

En este inusual escenario, mi gente de verdad resiste, no se aparta, suma y multiplica las risas, los bailes en casa y en plazoletas, no faltan los saludos y de vĆtores; celebran cada aniversario de la liberación de los poblados santiagueros, sin apartar el laboratorio, como se le nombra aquĆ a la cocina, el espacio mĆ”s enfocado por las familias cubanas, donde inventar cada dĆa es comĆŗn ante la presión económica que redunda en la actividad domĆ©stica.
Los canales de televisión y las emisoras de radio acentúan la diferencia en comparación con otras jornadas.
La provincia Santiago de Cuba se muestra mÔs serena, y poco a poco, suceden los suministros, en este singular fin e inicio de año cuando no se detiene la avanzada en la producción de alimentos en los surcos, las microindustrias y en centros de elaboración comunitarios, otros aseguran los servicios energéticos y, entre los mÔs imprescindibles estÔn los médicos, las enfermeras y los trabajadores de apoyo en los hospitales, los técnicos y profesionales de los laboratorios, las farmacias, los transportistas y, por supuesto, la radio y la televisión con la programación dedicada al aniversario 65 del triunfo de la Revolución Cubana.
Los cubanos marcamos la diferencia este primero de enero con la confianza en la estrategia gubernamental. Por eso, hasta lo mĆ”s alto del balcón central del otrora Ayuntamiento de Santiago de Cuba se izarĆ” la bandera nacional, precisamente, 65 aƱos despuĆ©s que la dignificaran los rebeldes con el Comandante en Jefe al frente y su discurso a capela en medio de la euforia popular por el triunfo revolucionario del Primero de Enero de 1959; entonces dijo: āesta vez lo mambises sĆ entraron triunfantes a Santiago de Cubaā. Fidel aƱadió que seguirĆan los combates hasta liberar a toda Cuba, pero ya Santiago era soberano, la ciudad soƱada por la mayorĆa.