Tú no has muerto, Fidel, porque las batallas libradas te vuelven inmortal; eres fuente de inspiración y nos enseñaste que la muerte no es cierta cuando se ha sido útil en la vida.
Tú no has muerto, Fidel, porque las revoluciones consagran a sus héroes, y tú eres el líder supremo de la revolución más genuina, sostenida por principios que supiste irradiar en los demás.
Tú no has muerto, Fidel, porque tu pueblo supo reconocer desde entonces tu estirpe de hombre tenaz que despejaste el camino, sin importar lo escabroso que este fuera y no te importó desgarrarte el corazón luchando contra lo inhumano.
Tú no has muerto, Fidel, porque mientras exista un Goliat habrá un David, y tú estarás ahí con tu honda, en la vanguardia del combate, guiando a tu tropa para seguir derrotándolo.
Por eso, Fidel, tú no has muerto: los niños de tu patria, las mujeres y los hombres, los soldados, los ancianos y la historia que forjaste jamás te dejarán partir.
¡Que otros se lo crean si es que pueden, porque lo que soy yo, no lo creeré jamás!