La escalada perversa contra Cuba, centrada en la aspiración del Gobierno norteamericano de rendir por hambre al pueblo, a través del bloqueo económico, comercial y financiero, recrudecido en los últimos años, será nuevamente puesta al desnudo ante la ONU, en los días 1 y 2 de noviembre, en reunión convocada al efecto.
En el informe que presentará nuestro canciller Bruno Rodríguez Parrilla, quedarán expuestos los daños que esa política ha ocasionado a la población cubana, durante más de seis décadas con un vil recrudecimiento, desde el azote de la pandemia y la inclusión del país en una lista de países patrocinadores del terrorismo. Algo extremadamente irónico y ofensivo, que no necesita argumentos. Baste una mirada a los acontecimientos actuales que estremecen al mundo y reconocer a los padrinos de esa tragedia.
Ningún ser humano con un mínimo de raciocinio y de sentimiento podrá entender jamás la política imperial dirigida al pueblo cubano, sencillamente porque este defiende su soberanía, porque quiere avanzar y determinar su identidad, sus valores, su historia, su cultura y alcanzar sus sueños. ¿Hasta dónde puede llegar la infamia y desvergüenza de ese gobierno que abiertamente ha expresado sus objetivos siniestros contra la nación?
Según declaraciones recientes del Ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, del primero de marzo de 2021 al 28 de febrero de 2023 los daños del bloqueo totalizan la cifra de más de 4,800 millones de dólares, lo que mensualmente se expresa en 405 millones y un millón cada dos horas en la vida de la población.
Todos los sectores del archipiélago han sido afectados, con nociva repercusión en las necesidades de cada ciudadano; la aguda carencia de alimentos y medicinas, la elevación de los precios y los problemas eléctricos son, entre otros, los daños más directos a millones de cubanos, que a diario resisten los embates con el heroísmo acostumbrado.
Como se conoce, a Cuba se le impide adquirir recursos imprescindibles para la vida de sus nativos, al punto de ser sancionados, algunos países que han osado comercializar. Este proceder ha limitado la adquisición, no solo de alimentos, sino hasta de piezas de repuesto para la reparación de industrias deprimidas por los años de explotación, lo que esto agudiza mucho más la situación, en momentos de escaso financiamiento, como consecuencia de las mismas medidas asfixiantes del criminal bloqueo.
Los perjuicios al sistema energético, informados en conferencia de prensa del canciller cubano, se expresan en 491 millones 156 mil dólares y sólo al sistema eléctrico, en su concepto principal, los daños refieren 239 millones, 276 mil dólares. De haber contado con ese dinero el pueblo no estaría sufriendo apagones, porque se hubiera podido invertir en piezas de repuesto y en los mantenimientos indispensables.
El bloqueo siempre fue constante y opresivo, resuelto a reducir los recursos financieros y deprimir los salarios y su poder adquisitivo; provocar el hambre, el sufrimiento y el derrocamiento del sistema, pero se recrudeció, aun más, a partir de las medidas aplicadas por el ex presidente Trump, con el seguimiento de su sucesor, en medio de la pandemia. De no ser por las vacunas de nuestros científicos, los efectos hubieran sido catastróficos.
La Resolución “Necesidad de poner fin al bloqueo” será nuevamente la denuncia de los cubanos a la política genocida del imperio y el reclamo, no solo del vigoroso apoyo de la inmensa mayoría de los países con el que siempre se ha contado, sino a una decisión definitiva reveladora del verdadero sentido del ser humano, en correspondencia con los avances del siglo XXI.
Parafraseando a José Martí, mientras la maldad reine entre algunos hombres, la virtud siempre tendrá hogares encendidos.
