La familia cubana llega al aniversario 63 de cuando despegó unida y resuelta a respaldar el triunfo revolucionario, cuando el pueblo emprendió una marcha renovadora, comprometida y fiel a una obra erigida por todos y para el bien de todos, la constitución de los Comités de Defensa de la Revolución.
Su nacimiento, en medio de detonaciones de explosivos animados por el enemigo, cual señal de amenaza y muerte ante la victoria revolucionaria del pueblo, devino determinación irrenunciable de construir juntos un camino, que no sería fácil, pero imprescindible, en razón de las aspiraciones de prosperidad.
Baste una mirada a las seis décadas transcurridas para comprender la dimensión de la lucha librada contra un enemigo, que no ceja en su empeño de doblegar a los cubanos a sus designios. Más a la par de sus constantes agresiones y artimañas, la Revolución no se detuvo y se levantó con mayores logros, al punto de ser paradigma de justicia social y de apropiaciones tan imprescindibles para el reconocimiento, afirmación y seguridad para la vida como la salud, la cultura y la educación, entre otros.
Hace años atrás, en fecha como hoy, los barrios, habrían recibido el sol mañanero, multiplicados de colores y alegría desbordantes, al calor de comestibles, bebidas y la emblemática caldosa, reina de la fiesta cederista, que emprendía desde horas antes de la media noche de la significativa conmemoración, cada 28 de septiembre.
En esta ocasión no ha sido así debido a la crisis económica que atraviesa el país y todos los nativos lo saben, pero no significa revés, ni desarraigo de la gloriosa historia. La resistencia y la lealtad a la obra están latientes en la inmensa mayoría de los cubanos, comprometidos con enriquecer la epopeya en circunstancias difíciles, pero no imposibles de vencer.
Con frecuencia se habla de valores lastimados y es algo innegable, pero el propio hecho de advertir la existencia de problemas conductuales, como resultado principal de la asfixia económica, provocada por el recrudecimiento del bloqueo, refiere clara visión y demanda de esfuerzos conjuntos, que de seguro garantizarán el abrazo necesario, a ultranza de lo que intenta frenar el desarrollo.
A pesar de las graves carencias, la solidez de la Revolución es un hecho y el pueblo asegura su continuidad, no solo con su confirmación en cada escenario, que ha sido posible, sino en todos los momentos de probada adhesión a la causa; baste recordar el proceso de elecciones democráticas, las legislaciones aprobadas, la búsqueda batalladora de soluciones paliativas a la falta de alimentos básicos, medicinas y recursos tecnológicos, entre otros.
Ante todos los cubanos se antepone el desafío de resolver con creatividad y determinación muchos de los problemas presentes y eso alude a los cederistas en su condición de representar los intereses mayoritarios de la población, y les indica revitalización y fortalecimiento, reformulación de sus tareas, atemperadas a las circunstancias actuales, sin abandonar los principios engendrados por la Revolución y su líder histórico, Fidel Castro Ruz.
Cada proyección, cada tarea será un nuevo Moncada que los cederistas asaltarán con la victoria.
