Por Redys Hernández Quiala (Estudiante de Periodismo)
Existen hombres a los cuáles no se les puede defenir con un calificativo exacto, a los cuáles no se le puede medir su moral, su destreza. Hombres que rompen los moldes, calan en lo profundo de la memoria y se adueñan del corazón de sus contemporáneos.

Hombres de carne y hueso que luchan por la causa más digna, la Patria, pero aún así, encuentran un tiempo para un abrazo familiar o una carcajada sincera.
Fue el General de Cuerpo de Ejército, Julio Casas Regueiro, uno de esos hacedores de victorias.
Nació en el poblado de Alto Songo, el 18 de febrero de 1936 y con tan solo 16 años se unió al movimiento revolucionario.
Desde el triunfo de la Revolución Cubana en 1959 hasta su fallecimiento en 2011, ostentó cargos que le hicieron demostrar su valía y compromiso con la sociedad que soñó Martí, con todos y para el bien de todos.
Comandó la Jefatura de la Policía Nacional Revolucionaria, fue Jefe del Ejército Oriental, Jefe de las Tropas de la Defensa Antiaérea y Fuerza Aérea Revolucionaria y en 2008 pasó a ocupar el cargo de Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
Casas Regueiro, fue fundador del Partido Comunista de Cuba y delegado y miembro del Comité Central desde el Primer Congreso, recibiendo además, el título de Héroe de la República de Cuba y la Orden Playa Girón.
87 febreros han pasado desde su nacimiento, y el pueblo de Cuba no hace más que recordar a ese hombre que caló en lo más intrínseco de nuestra historia y reflejó con hechos su grandeza, dejando un legado que no hace más que inspirar a otros.