Es increíble todo lo que ofrece la amistad. A veces puede ser más rara y más difícil que el amor. Por eso hay que salvarla y defenderla como sea.
Sólo la amistad permite a dos ciudades con idiomas completamente distintos entenderse plenamente. Nos mueven gustos, aspiraciones, deseos, conflictos y contradicciones, huellas pasadas, unas muy felices otras mas duras.
Entonces confirmas que la comunicación es mucho más que palabras.
Aún así te estremece ver a un grupo de niños de nueve y diez años vinculados a la mediateca de la Alcaldía de Lamentin pronunciar los versos de Jose Marti, en ese español tan nuestro como universal.
Omar López, Conservador de Santiago de Cuba siempre me dice que desde los primeros años de la cooperación entre las ciudades ha abrazado a su principal gestor Pierre Samot y muchas veces ni siquiera comprenden lo que el español y el francés dice. El alcalde David Zobda comparte similar filosofía y es Cuba una de sus pasiones. Que más diálogo entonces que un abrazo. Mi amigo Reynaldo Cedeño diría que detrás de ellos hay un mundo de expresiones y verdades.
La ciudad que descubrimos hoy juntos no nos resulta extraña aunque ni siquiera la conozcamos. El Caribe tiene un código, un sello propio me ha confirmado el maestro Lescay. Una visita este amanecer del 16 de diciembre, al cementerio del pequeño pueblo de Trois Îlets, levantado con Tierra roja, venerador de una advocación mariana de piel negra con el nombre de la Notre Damme de la Délivrance me definió cuanto trasciende la amistad hasta el espacio físico y el tiempo.
Aunque es un día de fiesta, pues ambas ciudades celebran los 26 años de cooperación, era imprescindible llegar hasta este rincón de una isla que inspiró los textos de Alejo Carpentier. Estuvimos allí, bajo ese sol que bautiza, Para recordar que la solidaridad se hace hoy con los que viven, sin embargo no existiria sin los sueños y las luchas de aquellos antepasados que habitan en otro mundo. Esa es una mística verdad de la que no se despoja un caribeño jamás.
Cuando sonó el tradicional guamo y se acentuó el silencio que habita en el camposanto, quedé claro que aquello no era solo un sonido, era una llamada, un ritual, una invocación. Todos estábamos frente al lugar de descanso de Kho Kho. No sería igual Martinica sin este reinvindicador de causas justas. Cuentan que murió pintando y no podía ser de otra manera. El arte era su arma y su lucha. Todo lo rebelde y transgresor que fue esta en su obra. El Caribe necesitará siempre voces así, que le recuerden el valor de la libertad y el precio de ella.
Todo eso lo sabe Lescay que no se separa del espacio en que habita su amigo. Dice unas palabras. Las pausas son características en su hablar, pero esta vez son más profundas. Imagino que cada espacio de tiempo en silencio llegarían a su mente imágenes de cada aventura vivida por estos dos quijotes.
Una cooperación no son solo papeles, firmas y reuniones. Al menos no esta. Aquí hay algo mucho más fuerte que deberemos luchar por mantener.