La Escuela Especial para niños ciegos y de baja visión Antonio Fernández León, de Santiago de Cuba, procura la exitosa inserción social de personas con dificultades visuales, pese al impacto del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos a la Isla en esta enseñanza.
Inaugurada hace 29 años por el Comandante en Jefe Fidel Castro, la institución acoge a más de 200 estudiantes de toda la provincia, a fin de rehabilitarlos, enseñarlos a convivir con la discapacidad y contribuir a su formación integral.
Según refirió a la Agencia Cubana de Noticias Vladimir González, director del centro, la insuficiencia y obsolescencia de las máquinas braille complejizan el proceso educativo, pues resulta imprescindible una para cada niño.
Señaló la obtención de medios a partir de donativos de organizaciones cubanas y extranjeras, porque la nación no dispone de los miles de dólares que cuesta su importación por terceros países, dado el recrudecimiento de las medidas aplicadas por el gobierno estadounidense.
En respuesta a la imposibilidad de comprar nuevas máquinas, el colegio garantiza el mantenimiento de las existentes, responsabilidad asumida por Ángel Luis Rodríguez, egresado de la escuela y especialista en la reparación de dichos equipos.
El joven mecánico adquirió las habilidades mientras estudiaba en la “Antonio Fernández” y decidió aprender el oficio para ayudar a quienes ahora pasan por las aulas donde él se formó, precisó el director.
Consideró este trabajo una contribución a las necesidades del sistema educativo y muestra de agradecimiento a la obra de la Revolución.
Vicenta Bringas, fundadora del centro escolar, afirmó el predominio de menores con miopías elevada y degenerativa, estrabismo y ambliopía o desuso de la visión, y subrayó la importancia de identificar los padecimientos, a fin de aplicar métodos personalizados según los recursos disponibles.
Aseveró las adecuaciones curriculares a educandos invidentes, quienes precisan de máquinas braille, papel braillon, regletas, punzones y otros recursos de la lectoescritura de difícil acceso, al tiempo que subrayó la labor preventiva con los proclives a perder la visión a mediano plazo.
Leocadia Wilson, especialista en tiflopedagogía (Educación de las personas con ceguera), mencionó que emplean los equipos de los estudiantes en la preparación de lecturas, ya que la compra o impresión de nuevos libros de texto resulta muy costoso.
Destacó, además, la realización de investigaciones y fórum de innovación en ciencia y técnica, dirigidos a perfeccionar la atención y formación de infantes ciegos.
Con casi tres décadas de experiencia, la maestra reconoció el apoyo de los padres en la elaboración de medios de enseñanza y significó el agradecimiento y cariño profesado por los alumnos, pilar de su carrera como pedagoga.
El amor por la dedicación de las maestras lo demuestran a diario los estudiantes, entre ellos Anthony Chávez, de 10 años e invidente, quien confesó su gusto por tocar el piano, actividad aprendida en la institución.
Residente en el santiaguero municipio de Contramaestre, manifestó la naturalidad con que desarrolla acciones de autoservicio en el comedor de la escuela, manipula instrumentos musicales y usa el bastón, todo gracias a los docentes.
Lenna Estévez, de igual edad, aseguró que en las diferentes asignaturas se aprende algo nuevo todos los días y resaltó la Historia de Cuba entre sus materias preferidas, por la posibilidad de conocer el pasado desde los primeros pobladores.
Como una sublime profesión de amor calificó el Comandante en Jefe Fidel Castro esta área de la educación, cargada de retos y logros dado el arraigado sentido de pertenencia de pedagogos, trabajadores no docentes y educandos.
Santiago de Cuba cuenta con 46 escuelas especiales, un centro para infantes con manifestaciones de conducta y dos casas para niños, adolescentes y jóvenes sin amparo familiar, así como personal especializado en la enseñanza inclusiva.
El bloqueo económico, comercial y financiero de EE.UU. a la mayor de las Antillas, con más de seis décadas de imposición, dificulta la formación de niños con necesidades educativas especiales, de ahí el desarrollo de habilidades creativas en busca de alternativas que minimicen las carencias.