Corría febrero de 2020 y Cuba celebraba su Feria Internacional del Libro de La Habana. Andaba ya por las provincias cuando hubo que detenerla. Llegaba al país la COVID-19 y todo un pueblo, con su gobierno al frente, se dispuso a combatirla.
Dos años han pasado, y aunque la siguiente edición del festejo estaba en pausa, no lo estuvo el Instituto Cubano del Libro que, con el apoyo de la dirección del país, cambió máquinas Riso en todas las provincias y recibió el papel y los insumos para comenzar la producción de nuevos libros. Unos 900 títulos son hoy el resultado del ingente pero gustoso esfuerzo, con el que llega a la 30 Feria Internacional del Libro –COVID controlada mediante– esta institución, que cumple el próximo 27 de abril sus 55 años.
Bellas han sido las escenas que en torno a la literatura han tenido lugar, mientras el pueblo cubano esperaba su feria. Llegaron libros por diversas vías a los barrios vulnerables; un buque, el Huasteco, de México, llegó hace poco al puerto de La Habana, repleto de libros y de ese inmenso amor que el País Invitado de Honor a la cita no sabe sino entregarle a la Isla hermana. El Fondo de Cultura Económica de México, prestigiosa institución editorial, se ha estado preparando para lucir en Cuba sus mejores ofertas.
Cuando quede hoy oficialmente inaugurada la 30 edición de la FIL, repleta de conmemoraciones y espacios académicos, el libro en el anaquel estará esperando. Será un sumo placer amanecer mañana en la Feria.
