Ponerle corazón al barrio es ponerle corazón a Cuba

La anécdota pudo suceder en cualquiera de las más de 60 comunidades habaneras vulnerables, que por estos días, con el empuje del Gobierno y el hacer de sus pobladores, revitalizan esquinas, calles, parques, viviendas, escuelas, consultorios, redes hidráulicas, bodegas... pero este último jueves de septiembre la conversación fue en el barrio Libertad, un rincón apacible de Cuba, ubicado en el capitalino municipio de La Lisa.

La Habana, 1 oct.— «¿Están contentos con lo que se ha ido haciendo?», preguntó Díaz-Canel a los niños. La respuesta, casi sin dejarlo terminar, fue un «¡sí!», a coro y rotundo. No solo sus voces hablaban de felicidad, también lo hacían sus rostros, su emoción por mostrarle «el bonito regalo que les había hecho la comunidad».

A la sombra de los árboles que embellecen el nuevo parque «El Mambisito», nombre que escogieron los propios pequeños, el Presidente cubano quiso saber si ellos y sus amiguitos del barrio ya se habían vacunado, cuántas dosis habían recibido ya y cómo ha sido el reinicio de las clases todavía de manera no presencial en las aulas.

La anécdota pudo suceder en cualquiera de las más de 60 comunidades habaneras vulnerables, que por estos días, con el empuje del Gobierno y el hacer de sus pobladores, revitalizan esquinas, calles, parques, viviendas, escuelas, consultorios, redes hidráulicas, bodegas… pero este último jueves de septiembre la conversación fue en el barrio Libertad, un rincón apacible de Cuba, ubicado en el capitalino municipio de La Lisa.

En las tierras que antes fueran del dictador Fulgencio Batista se erige hoy un barrio mayoritariamente de maestros, de gente buena y humilde, donde se vive un profundo proceso de transformación en el que la cotidianidad de su gente cambia para bien.

A caminar el barrio llegó el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista, y allí donde antes crecía la hierba y hoy crece un poco más la Revolución, dio a los niños una tarea: «Quiero pedirles que sean críticos y cada vez que se acumule un problema en la comunidad sean los primeros en decirlo. Así también ustedes ayudan y participan en todo lo que se vaya haciendo».

La Revolución —les dijo— se hizo para todo el pueblo, pero en particular para la juventud; la Revolución también se hizo para que el futuro del país fuera mejor.

Comunidad adentro estuvo Díaz-Canel, acompañado en todo momento por las máximas autoridades provinciales y municipales del Partido y del Gobierno, y por Yordanka López Oña, presidenta del consejo popular Arroyo Arenas, delegada de la circunscripción y diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular.

«Ahora ya no tienes planteamientos que resolver», le dijo el mandatario cubano jocosamente a la muchacha, quien minutos antes de la llegada del Presidente había confesado a nuestro equipo de prensa que « ahora tenemos que trabajar en nuevos planteamientos de la población», porque los viejos casi todos se han ido resolviendo.

Con el apoyo del Ministerio de Educación, organismo encargado de apadrinar el barrio, y otras instituciones gubernamentales, así como la participación de la comunidad, se rehabilitan las redes de abasto de agua potable, una de las demandas más antiguas de los pobladores. De igual manera, se trabaja en el asfalto y reparación de calles; la construcción de dos paradas de ómnibus; así como la instalación de teléfonos y alumbrado público.

Con 1820 habitantes y un fondo habitacional de 250 viviendas, la barriada habanera requiere la impermeabilización de la cubierta de 188 inmuebles, y la construcción o reparación de otros. A todo ello se presta atención y paulatinamente se irá dando solución, en la medida que los recursos lo permitan. Quienes allí viven lo saben, no solo materiales han llegado al barrio, también han llegado explicaciones que les hacen saberse acompañados.

«¡Es que es mucho cambio! ¡Es increíble!». Once años tiene Reinaldo Negret Pond y no encuentra palabras para describir todo lo que han visto sus ojos en unas pocas semanas. Su mejor respuesta es, quizás, la manera en que observa el parque infantil —allí donde antes solo había hierba y pastaban animales— y nos dice: «me gusta mucho, antes no había nada, ahora tenemos esto», y entonces se le ilumina el rostro.

Es parte de la transformación que en la zona se vive y a la cual no escapa ningún espacio. Porque indiscutiblemente, como nos dijo Iván Barreto, director de la Empresa de Informática y Medios Audiovisuales Cinesoft, los «barrios son otros desde que llegamos a ellos», no por lo que hemos hecho nosotros, sino por la manera en que todos se han sumado a participar.

Tal vez muchos se cuestionen ¿por qué se logró ahora y no antes?, se pregunta Barreto ante las cámaras y luego nos responde: este es el momento de mirar a los barrios, hacerlos formar parte del proceso de continuidad, y es el alto en el camino para esa transformación que debe ser desde la base.

La Revolución no es un parque, es cómo se ha incorporado al barrio la propia comunidad, reflexionó el director de Cinesoft. «Oxigenar las organizaciones en el barrio, esa es la verdadera transformación que hoy se realiza». A eso también se llega a los barrios habaneros.

Que los vecinos propongan, que los vecinos se sumen, que los vecinos hagan. Es la idea que ha defendido el Presidente cubano desde que inició este huracán de pueblo y guarda estrecha relación con el concepto de poder popular, que debe primar en todo lo que se haga. Sobre esos conceptos volvió a insistir este jueves Díaz-Canel, junto a la gente noble y sencilla del barrio La Libertad.

«Si todo está bonito, la vida es distinta», se le escuchó decir en algún momento mientras desandaba lugares del barrio, preguntaba por la calidad de las obras acometidas, convocaba a todos a participar y a hacer sostenibles las acciones en el tiempo.

«¿Les gustó el parque? ¿Mejoran las viviendas? ¡Ahora tienen que cuidar las calles, estar atentos al mínimo hueco para que luego no crezca!», preguntaba a unos y decía a otros, mientras avanzaba hasta el lugar donde se pone a punto un centro multiservicios. Allí se ubicarán la bodega, una tienda, una cafetería, un agromercado, un punto de correo, el consultorio, casas del médico y la enfermera de la familia, un sillón de estomatología, una farmacia y otros servicios que antes los habitantes de la comunidad tenían que «salir a buscar» a más de tres kilómetros de la zona.

Ahora todos estamos contentos por lo que se ha logrado, reconoció Díaz-Canel. Todavía nos quedan muchas cosas, y sobre todo mantener lo que se ha hecho, que tiene que ver con ustedes, con el detalle del día a día, insistió el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista a los vecinos. «Así vamos mejorando y ustedes van participando», les dijo.

Eso también nos da aprendizajes, consideró. Primero la satisfacción de que se ha podido transformar la comunidad para bien, luego el aprendizaje de que lo podíamos haber hecho antes, y de que hay que seguir haciendo las cosas, seguir empujando, rompiendo rutinas y demoras en la solución de los problemas; todo lo podemos hacer con la participación del pueblo, valoró.

«Y si le ponemos corazón al barrio —dijo— le estamos poniendo corazón a Cuba». (Yaima Puig Meneses)

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