sábado 02 agosto 2025

Mariana Grajales, mujer y madre ejemplar

Mariana nació el 12 de julio de 1815. Creció en el próspero y liberal barrio de Santo Tomás, cercano al poblado de El Cobre, rodeada de una activa e influyente emigración francesa, de altivos dominicanos de color, de negros y pardos libres.

Santiago de Cuba, 7 mar.— Mariana nació el 12 de julio de 1815. Creció en el próspero y liberal barrio de Santo Tomás, cercano al poblado de El Cobre, rodeada de una activa e influyente emigración francesa, de altivos dominicanos de color, de negros y pardos libres.

Sus padres fueron el emigrado dominicano José Grajales Matos y la santiaguera Teresa Cuello. Junto a sus seis hermanos si bien no pudo recibir instrucción escolar alguna, aprendió conceptos y principios muy elevados.

Con apenas 15 años se casó con Fructuoso Rodríguez con quien tuvo tres hijos varones. A la muerte del esposo se empleó en las labores agrícolas en la actual zona de El Cristo, hasta conocer al santiaguero Marcos Maceo, a quien le alumbrara 11 hijos, la última de ellos cuando tenía 46 años.

Marcos, militar al servicio de España, y ella, crearon un hogar donde se formaron valores para enfrentar a la sociedad que los despreciaba solo por el color de su piel. Todos sus niños fueron arrullados con canciones de cuna en las que se hablaba de libertad, igualdad y dignidad, mientras practicaban una disciplina férrea.

Reglamentaba las horas horas exactas de las comidas y el sueño. Ningún miembro de la familia podía estar fuera de la casa pasadas las diez de la noche. Su vivienda estaba siempre ordenada y limpia. Se vestía y vestía a su prole con la mayor pulcritud.

Al tanto del inicio del alzamiento en La Demajagua, Mariana hace jurar a sus hijos, rodilla en tierra, luchar por la independencia de la Patria. Así es que cuando el insurrecto Juan Bautista Rondón cena en casa de ellos y pregunta cuál de los hijos se irá con él, enseguida responden Antonio, José y Justo.

Ella misma debe ir con sus hijos a la manigua. En los campamentos recibió y aguantó estoica la caída en la contienda de Justo, Julio, Miguel, Fermín y su querido Marcos quien le dijo a Antonio antes de morir: “He cumplido con Mariana”.

También curó las heridas de Antonio y de José, como aquella vez en que moribundo Antonio, ante el desconcierto de otras mujeres que gritaban y se lamantaban, les dice: “Fuera faldas de aquí, ¡no quiero lágrimas!” y sale en busca de las curas para detener la sangre. Cerca de la puerta estaba Marcos el más pequeño de los muchachos y al pasar Mariana le dice: “Y tú, empínate. Ya es tiempo de que pelees por tu Patria.”

Como combatiente disciplinada y conjuntamente con su hermanos de lucha, parte al exilio en 1878, donde sufre las penas del desarraigo, la dispersión familiar y las muertes de sus hijos Rafael y María Baldomera, así como la prisión de José a quien deja de ver desde 1878 hasta 1884. Nunca más pudo regresar a su Patria.

En el exilio conoció a Martí quien escribió: “me acarició y miró como a hijo y le recordaré con amor toda mi vida”. Falleció el 27 de noviembre de 1893, a los 78 años.

En 1923 se trasladaron sus restos mortales al Cementerio Patrimonial Santa Ifigenia en la ciudad Santiago de Cuba. En este camposanto se le erigió un monumento “Madre Ceiba” el 10 de octubre de 2017, con el que se integran tributos a los cuatro fundadores de la Patria: Mariana, Céspedes, Martí y Fidel.

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