Juan Manuel Márquez, joven de palabra y de acción

Hace 64 años moría asesinado en La Norma, un lejano paraje perteneciente al actual municipio granmense de Campechuela, Juan Manuel Márquez, un joven entre los bisoños de la expedición del Granma.

Sí, porque aunque el legendario combatiente contaba ya con 41 abriles cuando se enroló en aquella hermosa aventura y era el más experimentado en la tripulación, nunca perdió el espíritu juvenil que lo acompañó desde los días tempranos de su existencia, en los que combatía la dictadura de Fulgencio Batista.

Martiano hasta la médula, había nacido el 3 de julio de 1915, en Santa Fe, la capital del país. Como seguidor de las ideas del Apóstol, se opuso férreamente a la dictadura de Gerardo Machado. Era casi un niño pero su pensamiento sorprendía por su madurez.

Tanto es así que con apenas 17 años lo enviaron al presidio de la entonces Isla de Pinos. Fue en ese momento (1932) el recluso político más joven de esa cárcel.

Después de la prisión se enroló en labores periodísticas para denunciar la corrupción imperante en Cuba y difundir sus ideas políticas, las que aparecieron en varios rotativos, como Catapulta y El Sol.

“No abandonaremos nuestra pluma mientras no obtengamos la realización del programa revolucionario que nos impusimos al principio de la lucha, a no ser que la esterilidad de la misma nos demuestre la necesidad de medios de acción más radicales”, escribía en el primero de estos periódicos cuando apenas contaba con 18 años.

No fue casual que en marzo de 1936 resultara arrestado y condenado a ocho años de prisión en Isla de Pinos; de allí salió 20 meses después gracias a una Ley de Amnistía.

Se convirtió en militante del Partido Ortodoxo después de haber integrado el Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) y haber fundado la Sección Juvenil Auténtica.

Mudado a Mariano, lo eligieron Concejal  en 1944 y desde su puesto en la Cámara Municipal devino duro crítico contra las autoridades administrativas de ese territorio.

Luego del  asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel es “fichado”, aunque no participó en esas acciones. Por eso, su casa fue allanada en varias ocasiones; pero pese a esos hechos intimidatorios Márquez no renunció a su objetivo.

En la noche del 5 de junio de 1955 lo apresaron y le propinaron una tremenda paliza,  al punto que debió ser  ingresado en la clínica Santa Emilia. El joven abogado Fidel Castro, desde las páginas del Diario La Calle, denunció el abuso.

Cuando Fidel lo visitó, dos días después del brutal ataque, lo captó para la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio y por sus méritos llegó a ser su segundo jefe.  Estuvo muy activo en los preparativos de la expedición del yate Granma.

El 2 de diciembre de 1956 llegó a Cuba por Los Cayuelos junto a otros 81 hombres. Tras el revés y dispersión de Alegría de Pío (5 de diciembre), Juan Manuel Márquez vagó solo, sediento, por montes y cañaverales hasta que fue apresado y asesinado.

“Era un muchacho muy bueno, era del partido Ortodoxo, de las figuras jóvenes, un orador brillante, y como cuando nosotros salimos de las prisiones teníamos la idea de ampliar el movimiento con nuevas figuras, reunimos a los que habíamos estado en el 26 de julio con algunas otras organizaciones —así algunos compañeros se unieron en ese equipo—, y para nosotros era muy importante contar con una figura joven, del prestigio de Juan Manuel. Entonces, hablamos con él, lo captamos, y lo ganamos, pero de una manera decidida”, dijo Fidel sobre él, unas palabras que nos sirven para recordarlo siempre. (Osviel Castro Medel)

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