Santiago de Cuba, 9 jun.— Cuando hace dos meses se oficializaba a través de la prensa que saldrían para Lombardía en Italia integrantes de la brigada médica Henry Revé sentí mucho miedo, allí el coronavirus señoreaba a diestra y siniestra, el objetivo era el de siempre: Salvar Vidas.
Con el transcurso de los días ese temor se fue convirtiendo en un orgullo sano porque desde un hospital de campaña en la zona de Crema la disposición fue sin titubeos y si con mucha precaución ganarle la batalla al coronavirus.
A través de las redes sociales, medios nacionales y extranjeros se iban reflejando de diversas formas con anécdotas, testimonios, y experiencias la labor de los 52 integrantes de la salud cubanos en esa zona de Italia en una veloz carrera contra la muerte.
Así conocimos del árbol que floreció con cintas blancas en representación de los pacientes recuperados, del incremento de las banderas cubanas en puertas y ventanas cada día, de la interpretación solidaria a través del lenguaje de las señas, de la admiración por Fidel y su Revolución.
Hoy cuando hemos visto llegar el avión con nuestro personal de salud con su misión cumplida, la emoción se apodero y no dejo pasó nada más que a la admiración, los aplausos en el barrio sonaron más fuertes a las 9 de la noche y Vivas a Cuba, a la Salud y a Fidel se dejaron escuchar.
Estoy segura que la ciudad de Crema no será ya aquel punto del mapa con edificios notables como el santuario de Santa María de la Cruz, la catedral o el ex convento di Sant’Agostino, ni un municipio italiano de la provincia de Cremona (Lombardía). Crema es ahora un punto de unión entre Italia y Cuba donde sus doctores y enfermeros junto a los nuestros libraron un combate por la vida y salieron victoriosos.
Crema es la clara evidencia de lo que aseguró el líder histórico de la Revolución Cubana en su visita a Argentina en el 2003 «Nuestro país no lanza bombas contra otros pueblos, ni manda miles de aviones a bombardear ciudades; nuestro país no posee armas nucleares, ni armas químicas, ni armas biológicas. Las decenas de miles de científicos y médicos con que cuenta nuestro país han sido educados en la idea de salvar vidas. Estaría enabsoluta contradicción con su concepción poner a un científico o a un médico a producir sustancias, bacterias o virus capaces de producir la muerte a otros seres humanos».
