A 115 años de la muerte del Generalísimo Máximo Gómez

El Generalísimo Máximo Gómez envainó por última vez su machete en 1898, después de más de 30 años de guerra y alrededor de 235 combates en los que recibió solo dos heridas, pero en la etapa final de su vida se enfrentaría a otras circunstancias que pondrían a prueba toda su integralidad política y moral, cuando parecía que se consagraría a un descanso bien merecido al lado de su familia en la presunta república independiente.

En 1898 EE.UU. se sumó a la guerra entre Cuba y España, y Gómez expresó: «La situación pues, que se le ha creado a este pueblo; de miseria material y de apenamiento, por estar cohibido en todos sus actos de soberanía, es cada día más aflictiva, y el día que termine tan extraña situación, es posible que no dejen los americanos aquí ni un adarme de simpatía».

Concluida la contienda de 1895-1898, consideró que su misión había concluido y como extranjero consideró que no debía intervenir en los destinos de Cuba, ni ocupar cargos de gobierno.

Pero no se refugió en la indiferencia ante los planes el primer presidente Estrada Palma, quien poco antes de culminar su período presidencial en 1906, decidió reelegirse para lo cual se valió del poder, la corrupción y el fraude.

Nuevamente el sentido de patriotismo y dignidad del Generalísimo representaron a los verdaderos patriotas que veían en la ambición del mandatario la causa de una guerra civil y lo enfrentó personalmente, junto a otros representantes, para decirle lo incorrecto de su proceder sin que este desistiera de sus ambiciones.

Durante esos años Gómez, como único sobreviviente de los máximos representantes de los ideales independentistas, se convirtió en objetivo de las campañas difamatorias y divisionistas de la administración estadounidense y sus acólitos anexionistas, principalmente en el seno de la única institución que quedó del movimiento independentista, en la llamada Asamblea del Cerro.

El gran dominicano llevó con integridad esos amargos días de su vida y declinó la candidatura a la presidencia de la futura república, como sus partidarios le propusieron.

En junio de 1905, Máximo Gómez realizó un viaje a Santiago de Cuba acompañado de su familia para visitar a un hijo que residía en esa ciudad, pero el recorrido se convirtió en una gran demostración de cariño del pueblo de esa región con el bravo mambí y de oposición a la campaña de reelección de Estrada Palma.

Durante ese itinerario fueron tantas las muestras de afecto y cariño del pueblo hacia el último representante de los verdaderos ideales independentistas, que al recibir numerosos saludos su mano se infectó como causa de una pequeña herida y en pocos días le produjo una infección generalizada que resultaría fatal.

Fue trasladado en tren hacia La Habana y durante el trayecto el pueblo le rindió impresionantes muestras de respeto ante su estado de salud.

En la tarde del 17 de junio de 1905, el Generalísimo entraba en una agonía final, por lo que se despidió de su esposa y sus hijos, y falleció.

Poco antes del desenlace llegaron enviados del entonces presidente para consultar con la familia la visita del mandatario, ya que las diferencias eran tan irreconciliables entre el prócer mambí y el proyecto neocolonial, que solo con la anuencia de los familiares, consiguió Estrada Palma visitar al enfermo y participar en las exequias fúnebres.

El viejo guerrero legó un extraordinario ejemplo al emplear sus últimas fuerzas vitales en una campaña popular de unidad contra el engendro de reelección del anexionista Estrada Palma.

Su figura constituye un símbolo de la primera batalla del pueblo cubano y de los verdaderos patriotas contra los males de la seudorrepública.(Por Jorge Wejebe Cobo, ACN)

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Jornadas de trabajo intenso; en esta cobertura tuve la oportunidad de acercarme a personas revolucionarias y aman y honran la…
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Joel @ No todo está perdido
abril 11, 2024 at 1:44 am
Son los jóvenes quienes, en mayoría, llevan el mayor peso del quehacer cotidiano del país. Así ha sido siempre. No…
El secretismo no es política de estado, sin embargo, hay directivos en entidades que lo practican...
Hay que adelantarse a los acontecimientos. La ingenuidad en la comunicación, cuesta.
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