Buscando una solución para Alvarito

Margarita Piedra Cesar
Margarita Piedra Cesar
Jefa de redacción digital

Santiago de Cuba 14 jun.— Por estos días mientras me recupero de una sencilla cirugía, sentada en mi portal veo como mi vecina Tailén se multiplica al llegar a su hogar para al tiempo que hace las labores domésticas repasar a su Alvarito, que pronto tendrá pruebas. Ayudarlo a solucionar los problemas matemáticos que dejó la maestra son un verdadero problema para ella, que es enfermera y hace buen tiempo dejó atrás esas materias, pero persevera, cruza hasta mi casa y me consulta. Juntas reímos no acertamos a resolverlo. Habrá que esperar que llegue el tío que es informático y está actualizado con esas lógicas numéricas.

Entonces pienso en el intenso ajetreo que se vive en los meses de Junio y Julio en las escuelas cubanas. Y es que se acerca el final del curso escolar. Mientras los profesores ajustan exámenes y realizan repasos de los diversos contenidos impartidos durante la etapa lectiva, los alumnos de forma individual o en pequeños grupos estudian las distintas asignaturas.

Pero a estos dos bandos hay que agregar un tercero que es la familia. No hay dudas que las dinámicas de la sociedad moderna mueven el rol de esa célula fundamental que es la familia. Sin embargo algo que no debe cambiar es la atención que los padres deben dedicarles a los hijos.

Puede que mamá y papá se compliquen por las múltiples responsabilidades laborales pero nunca deben descuidar su misión primigenia: educar, formar, ayudar a sus niños e inculcarles valores, hábitos y costumbres que los conviertan en hombres y mujeres de bien.

La semilla de la honestidad, de la bondad y del amor se siembra en el cálido seno de la familia.

La escuela no puede suplantar esa función, las instituciones educativas ofrecen conocimientos y también forman. Escuela y familia se complementan, son un binomio importante en la formación ciudadana. Para educar los maestros se han de acompañar en primera instancia de padres, madres, tíos, abuelos en fin de la familia toda.

Por eso me da tanto gusto ver a mi vecina Tailén «devanándose los sesos» ante un acertijo matemático para ayudar a su hijo y juntos en familia encontrar finalmente la solución al problema de Alvarito.

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