Santiago de Cuba, 17 feb.— Juan Almeida Bosque tuvo que incorporarse con solo 14 años al trabajo. Conoció a Fidel precisamente trabajando en el Balneario Universitario, y fue una amistad que le cambió la vida pues pronto se enroló entre los asaltantes al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953 y sufrió cárcel por ello.
El llamado Comandante Música, de adolescente incursionó en la poesía. Nunca leyó pentagramas pero a lo largo de su vida escribió más de 300 canciones entre las que se recuerdan La Lupe, despedida de la amada antes de embarcar en el Yate Granma; o sones bailables como Dame un Traguito Ahora, inspirado en un hombre que entró a una cantina donde él estaba. Su admiración por José Martí también se hizo música en la Elegía con que se le rinde homenaje al Apóstol en el Cementerio Patrimonial Santa Ifigenia. Fara María, Beatriz Márquez y Silvio Rodríguez fueron algunos de los que interpretaron sus letras.
El Comandante Almeida tuvo siempre muy claro del papel del jefe como ejemplo: el primero en el combate y el sacrificio así como la importancia de la iniciativa. Se desempeñó entre algunas de las muchas responsabilidades como delegado del Partido Comunista de Cuba en Oriente y como presidente de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, asumida esta hasta su desaparición física el 11 de septiembre de 2009.
Su ejemplo de resistencia y fe en la victoria nos acompaña en cada momento difícil pues como él muchos hacemos nuestra su expresión: “¡Aquí no se rinde nadie, c…!”