El 27 de septiembre de 1962, en medio de un contexto complejo para la naciente Revolución Cubana, caía en combate el miliciano Ventura Guerra Utrera, natural de Taguasco, Sancti Spíritus, mientras participaba en un cerco contra bandidos en la zona de Pelayo.
A inicios de la década de 1960, Cuba enfrentaba la agresión directa de bandas contrarrevolucionarias armadas, organizadas y financiadas desde el exterior con el propósito de desestabilizar al país. Sus acciones incluían sabotajes, asesinatos y ataques contra campesinos y trabajadores que apoyaban al proceso revolucionario.
Ante esa amenaza, miles de jóvenes como Ventura se sumaron a las Milicias Nacionales Revolucionarias, que jugaron un papel decisivo en la defensa de la soberanía y la tranquilidad de las comunidades rurales.
El 27 de septiembre de 1962, en la zona de Pelayo, se desarrollaba un operativo de cerco y persecución contra uno de esos grupos. Durante la acción, Ventura Guerra Utrera ofrendó su vida, convirtiéndose en símbolo de entrega y valentía. Su ejemplo quedó grabado en la memoria de los pobladores de Taguasco y de todos los espirituanos que vieron en él a un joven dispuesto a darlo todo por un ideal de justicia.
Más de seis décadas después, su nombre se evoca junto al de tantos combatientes que enfrentaron a la contrarrevolución en el Escambray y otras regiones del país. Su sacrificio es recordado como parte de la defensa de la independencia y de la construcción de un futuro de paz.
Hoy, cada 27 de septiembre, la historia de Ventura Guerra Utrera se levanta como testimonio de un tiempo en el que la juventud cubana supo ponerse del lado de la dignidad y la soberanía, pagando incluso el precio más alto.