viernes 12 septiembre 2025

Fidel en Vietnam, la visita que cruzó trincheras y continentes

En septiembre de 1973, en medio de un escenario aún marcado por las heridas de la guerra, un líder latinoamericano irrumpió en la historia de Asia con un gesto sin precedentes. Fidel Castro, jefe de Estado de Cuba y figura central de la Revolución en el hemisferio occidental, se convirtió en el primer dirigente extranjero en llegar a la zona liberada de Vietnam del Sur, en plena confrontación bélica con Estados Unidos.

Han pasado 52 años desde aquel día, pero las imágenes siguen siendo poderosas: Fidel vestido con uniforme de campaña, saludando a soldados vietnamitas en la fortaleza 241, en Quang Tri, izando la bandera de la brigada de Khe Sanh, caminando entre cráteres de bombas aún humeantes, trincheras y ruinas.

La visita duró poco más de seis horas, pero dejó una huella que permanece intacta. Fue un mensaje directo de solidaridad y desafío: el líder de un pequeño país caribeño, a más de 20 mil kilómetros de distancia, entraba en una zona de conflicto activo para ratificar el apoyo político, moral y humano a Vietnam. No fue una visita simbólica: fue una declaración.

Nguyen Xuan Phong, quien por entonces trabajaba como intérprete, fue testigo directo de aquella jornada. Años después, desde su casa en Hanoi, recuerda aún con nitidez los detalles: el amanecer sobre el río Ben Hai, la llegada de la caravana cubana escoltada por el Primer Ministro Pham Van Dong, la tensión en el aire y, sobre todo, la determinación de Fidel.

“Caminó directamente hacia los soldados. Apretó manos, escuchó historias, levantó la bandera”, rememora. “Cuando habló frente al pueblo, lo hizo con una mezcla de firmeza y ternura. Dijo que Cuba estaba dispuesta a dar hasta su propia sangre por Vietnam”.

Esa frase, pronunciada con convicción y sin ambigüedad, recorrió el mundo y definió la naturaleza del vínculo entre ambas naciones. Cuba no solo condenaba la agresión estadounidense: se comprometía públicamente con la causa vietnamita.

La visita de Fidel no fue un gesto aislado. Diez años antes, en 1963, Cuba había creado el Comité Cubano de Solidaridad con Vietnam del Sur, el primero de su tipo en el mundo. Fue presidido por la heroína del Moncada, Melba Hernández, y reunió a destacadas figuras del proceso revolucionario cubano como Vilma Espín, Marta Rojas y Yolanda Ferrer. El Comité trabajó intensamente en la divulgación de la lucha vietnamita, el rechazo a la intervención estadounidense y la movilización solidaria desde todos los sectores sociales cubanos.

Con apoyo del Movimiento Cubano por la Paz y el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), el Comité canalizó ayuda concreta y construyó puentes políticos y humanos que siguen vigentes medio siglo después.

La presencia de Fidel en Quang Tri fue una muestra de coherencia revolucionaria y de compromiso internacionalista. No se trató solo de una visita oficial: fue un acto de coraje político en una zona donde todavía se combatía, donde el riesgo era real, y donde el simbolismo tenía consecuencias tangibles.

Vietnam y Cuba nunca han dejado de cultivar esa relación. Hoy, cinco décadas después, la hermandad forjada en la guerra se ha transformado en una alianza estratégica, sólida y respetuosa. La historia recuerda aquel momento como una cumbre de la diplomacia insurgente: un país asediado, visitado por otro que también desafiaba al orden hegemónico mundial.

Fidel cruzó el mundo para llegar a Quang Tri. No lo hizo como espectador, sino como parte activa de una causa.

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