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Hoy, a sus 82 años, Mirtha recuerda con nitidez los cuatro momentos que, según dice, marcaron para siempre su vida revolucionaria. El primero, cuando junto a su padre colaboró con el Movimiento 26 de Julio en la clandestinidad y marchó, con el corazón encogido, hasta el cementerio tras la muerte de Frank País; el segundo, el orgullo de ser fundadora de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC); el tercero, la decisión de integrarse como maestra a las brigadas de alfabetizadores “Conrado Benítez”; y el cuarto, quizás el más inolvidable, aquel día en que pudo abrazar y conversar con Fidel al concluir la campaña de alfabetización.
Corrían los años cuarenta del pasado siglo y, en Cuba, la vida de las mujeres se desenvolvía entre barreras invisibles, puertas cerradas, discriminación profunda y oportunidades casi inexistentes. En medio de ese panorama, en la humilde barriada de Los Cangrejitos de la calle Trocha, a orillas del mar, en la ciudad de Santiago de Cuba, nació Mirtha Osmaida de Nacimiento Morales.
Con motivo del aniversario 65 de la fundación de la FMC, quise profundizar con Mirtha en su larga trayectoria de lucha y entrega al servicio de la Revolución. Con la vitalidad y gentileza que la caracterizan, aceptó conversar: “Soy la mayor de cuatro hermanos y, aunque tenía apenas diez años cuando ocurrió el asalto al cuartel Moncada, aquella acción me impactó profundamente, por eso mi modesta colaboración anónima, junto a mi padre, con los jóvenes del 26 de julio y de la clandestinidad”.

Después llegó el triunfo del 1 de enero y, en aquella efervescencia revolucionaria que contagió a la mayoría de los cubanos, Mirtha asumió un papel protagónico: fue de las primeras en “integrarme a la Federación de Mujeres Cubanas y trabajé para convencer a muchas jóvenes que no comprendían la razón de ser de la organización; participé en todas las tareas que fue necesario enfrentar como movilizaciones agrícolas, en la construcción del hospital militar, marchas revolucionarias contra acciones contrarrevolucionarias”, entre otras, y en 1961 se incorporó a las brigadas ‘Conrado Benítez’ “y me tocó alfabetizar en Hatibonico de Filipinas (hoy perteneciente al municipio Caimanera), en las montañas de Guantánamo”.
En Mirtha Osmaida de Nacimiento Morales se encarna la constancia de más de tres décadas como dirigente de base de la FMC, el ímpetu de una fundadora y activista incansable de los Comités de Defensa de la Revolución y del movimiento sindical, y la entrega de una trabajadora ejemplar.


Madre dedicada, mujer revolucionaria y alegre, ha convertido cada etapa de su vida en un acto de compromiso con su pueblo y hoy, con sus 82 años de edad, continúa participando activamente en la organización de mujeres que ayudó a fundar, y en su barrio de Rajayoga, donde ha vivido en las últimas décadas, es reconocida no solo por lo que hizo, sino por la constancia y el fervor con que sigue defendiendo la Revolución.