Santiago de Cuba palpita al ritmo del béisbol, y en el corazón de su Reparto Sueño, el Estadio Guillermón Moncada se levanta no solo como una instalación deportiva, sino como un monumento vivo a la historia, el esfuerzo colectivo y la pasión por el juego de las bolas y los strikes. Este coloso de hormigón, capaz de albergar a 15,000 almas, celebró 63 años de vida con la dignidad que otorgan las glorias pasadas y las constantes renovaciones que lo mantienen en la cúspide.
Inaugurado un simbólico 24 de febrero de 1962, el «Guillermón» fue mucho más que el primer estadio construido tras el triunfo revolucionario. Fue, y sigue siendo, una declaración de fe en el deporte y en Santiago. Su diseño original, obra del arquitecto Emilio Castro, con sus dimensiones generosas (325 pies por los laterales, 405 por el jardín central) y su innovadora estructura de hormigón armado, sentó las bases de lo que sería un recinto emblemático.

El eco de aquel primer desafío aún resuena: Oriente barriendo a Habana 10-0, con Francisco Salcedo como héroe lanzador. Medio siglo después (2012), ese mismo espíritu inaugural se reavivó con la develación de una tarja conmemorativa, en manos de glorias como Ezequiel Ferrer y Radamés «Pipo» Heredia, testigos vivos de aquel partido. Un puente entre el ayer y el hoy.
Pero el «Guillermón» no se ancló en el pasado. Tres remodelaciones transformadoras han sido claves para su estatus actual. Reconocido como uno de los mejores del país, no solo por su imponente capacidad, sino por su confort, su impecable drenaje, su belleza y su cuidado constante. Dentro de las más recientes actualizaciones se encuentran: dogouts renovados, club houses actualizados, nueva jaula de bateo, baños modernizados, gradas relucientes y, como corona tecnológica, una moderna pizarra electrónica controlada por computadoras, junto a un sistema de iluminación reforzado.

Más allá del diamante, el estadio es un complejo vital. Alberga la Dirección Provincial de Deportes (INDER) con sus múltiples departamentos, y despliega servicios esenciales como tres cafeterías, cocina-comedor para trabajadores, comedor para atletas de alto rendimiento, almacén, un gimnasio de pesas específico para el equipo y un local de fisioterapia. Es, en esencia, una ciudadela del deporte santiaguero.
Llevar el nombre de Guillermón Moncada, aquel general mambí protagonista de la Protesta de Baraguá, no es casualidad. Es un legado de lucha y dignidad que este estadio encarna cada vez que las Avispas santiagueras salen al campo. El «Guillermón» se consolida no solo como una de las instalaciones deportivas más importantes y queridas de Cuba, sino como un símbolo imperecedero del orgullo, la resiliencia y la pasión beisbolera que definen a Santiago de Cuba y a todo el Oriente cubano.