Recientemente el presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez, junto al primer ministro Manuel Marrero Cruz y un grupo de altos dirigentes estatales y gubernamentales, recorrió zonas afectadas por el huracán Oscar en los municipios del este guantanamero. En medio de un paisaje desolador, Díaz-Canel expresó que «los daños son sobrecogedores», y aseguró que «Cuba está con ustedes, y lo que reconstruyamos será mejor que antes».
Al observar las imágenes y leer sobre la devastación en esa región, es imposible no sentir la magnitud de los golpes que han enfrentado los guantanameros, no solo en términos de desastres naturales, sino por las dolorosas consecuencias en vidas humanas, infraestructuras, servicios, medio ambiente y la espiritualidad de la población.
La historia nos revela que, a lo largo de 173 años, solo 14 ciclones han impactado a esta provincia, pero en las últimas seis décadas, tres huracanes han dejado secuelas extremas: Flora en 1963, provocó alrededor de 1600 muertes en la región oriental, con impactos significativos en todo Guantánamo; Matthew en 2016, generó grandes inundaciones en Maisí, Baracoa, Imías y San Antonio del Sur, pero según testimonios de personas en estos municipios, ninguno se compara con la devastación causada por Oscar, que ha cobrado siete vidas, dejado a comunidades incomunicadas y ocasionado pérdidas millonarias aún por cuantificar.
Otros eventos climáticos extremos han golpeado a la provincia, como las inundaciones de mayo de 1993 y noviembre del mismo año, que se llevaron consigo vidas y agravaron los daños materiales ya existentes.
En esta ocasión, la emergencia energética coincidió con el embate del huracán, impactando la difusión de información esencial para la población guantanamera, acostumbrada a recibirla como en todo el país a través de diversas vías, principalmente los medios de comunicación (radio y Tv) que se vieron afectados por los cortes de electricidad.
Guantánamo, ahora devastada en gran parte de sus municipios del este, se enfrenta a una ardua tarea de reconstrucción, pero no está sola. El gobierno central, otras provincias, las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y la solidaridad de la mayoría de los ciudadanos cubanos que se unen en un esfuerzo conjunto y, como aseguró Díaz-Canel, la provincia recibirá «todo el respaldo necesario en recursos para la recuperación, alimentos, agua, personal médico, brigadas de eléctricos y cualquier otro apoyo requerido”.
En tiempos difíciles, la fortaleza de los guantanameros y de la revolución se erigen como un símbolo de esperanza y solidaridad. En Santiago de Cuba tienen una fortaleza.