Frente a los desafíos que provocan la política de sanciones económicas contra Cuba y los efectos del cambio climático, los cubanos despliegan una capacidad de resistencia que parece heredada en su ADN. La resiliencia se manifiesta en todos los órdenes de la vida como lo es la producción de alimentos, a través de patios y parcelas que funcionan como autoconsumos familiares.