martes 05 agosto 2025

El eco de Doña Rosario en las calles de Santiago

La ciudad de Santiago tiene ese aire cálido que parece detenerse cuando la memoria colectiva se activa

Hoy, 5 de agosto, la oriental urbe recuerda a Doña Rosario García Calviño, la madre que vio partir a sus hijos hacia la lucha y supo convertir el dolor en resistencia.

Su legado no está solo en los libros, sino en el gesto cotidiano de quienes, décadas después, mantienen viva su enseñanza.

En el barrio del Tivolí, frente a la casa donde vivió, depositan flores al pie de una placa que lleva su nombre.

No necesitan discursos; basta con el silencio respetuoso, con la mirada fija en aquel balcón donde ella alguna vez se asomó para ver pasar la vida de Santiago.

Más allá, en la calle General Bandera, el museo que honra a su hijo Frank recibe a visitantes que hojean antiguas fotografías: allí está ella, serena, con esa fortaleza que solo una madre puede tener.

En el cementerio Santa Ifigenia, donde descansan sus restos,cada año se depositan flores —símbolo de respeto y libertad— junto a su tumba.

En la ciudad de Héroes y Mártires Santiago… el recuerdo de Doña Rosario es un acto espontáneo, casi íntimo, como si cada persona que pasa por allí llevara consigo un pedazo de su historia.

El sol se oculta tras las montañas, y la ciudad sigue su ritmo. Pero en algún lugar, entre el repicar de las campanas y el murmullo del viento, parece escucharse su voz: «No es hora de llorar, sino de luchar». Hoy, como ayer, Santiago la recuerda no con tristeza, sino con la quieta certeza de que su ejemplo sigue caminando estas calles.

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Joel @ No todo está perdido
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